Lo ha anunciado enfáticamente la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Se lo acusa de abuso de poder y de obstruir el Congreso en la verificación de los hechos.
Por cuarta vez en su historia, el Congreso de los Estados Unidos avanzará en el juicio político contra su propio presidente. Ayer la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi (foto), anunció a la nación solemnemente que se procederá contra Donald Trump a quien se le acusará de abusar de su poder para su interés político al solicitar y presionar, en menoscabo de la seguridad nacional, al gobierno de Ucrania que investigase la eventual irregular contratación del hijo del ex vicepresidente Joe Biden por parte de una empresa ucraniana. Para ello, retrasó una cooperación militar de 400 millones de dólares, como arma de presión para conseguir su objetivo. Cuando su hijo fue contratado, Biden ejercía su función en el gobierno del presidente Barack Obama. Pero también podría haber una segunda acusación, pues los demócratas han documentado en un informe de haber utilizado su poder para impedir que el Congreso accediese a la información sobre los hechos, obstruyendo su labor.
Pelosi, una mujer de larga trayectoria política, había sido reacia a promover el impeachment contra Trump durante las polémicas por la supuesta injerencia rusa en las elecciones que lo condujeron a la presidencia. Sin embargo, en septiembre los indicios documentados acerca de la conducta de Trump para invalidar a Biden, su principal adversario en las elecciones presidenciales de 2020, la indujeron a aceptar promover el juicio político. Peloso fue enfática: “Lo que está en juego es nuestra democracia, el presidente no nos deja otra opción que actuar”, dijo en una rueda de prensa. “El presidente ha abusado de su poder menoscabando nuestra seguridad nacional y amenazando la integridad de nuestras elecciones –añadió-. Estas acciones son un desafío a la visión de nuestros fundadores y al juramento de su cargo para preservar, proteger y defender la Constitución de Estados Unidos”.
La discusión verte sobre uno de los temas que los republicanos más radicalizados promueven: el presidente en la sustancia está por encima de la ley. Por otro lado, en el caso específico los republicanos sostienen que era legítimo el interés de Trump por un eventual caso de corrupción y carece de sustento la idea que Ucrania intervino en las elecciones de 2016 para beneficiar a los propios demócratas.
El presidente Trump ha solicitado que todo se lleve a cabo pronto y se estima que para Navidad el pleno de la Cámara, en la que los demócratas son mayoría, habrá presentado su acusación. Sobre la misma deberá expedirse con voto definitivo el Senado, en el que, aunque sea por un voto, la mayoría es republicana. Por otra parte, para destituir al presidente se necesitan los dos tercios de los votos, lo que hace muy improbable tal eventualidad.
Al concluir la rueda de prensa un periodista le preguntó a Nancy Pelosi si odiaba al presidente. La legisladora, que ya se estaba retirando, regresó al atril para responder enérgicamente: “Yo no odio a nadie. Creo que el presidente es un cobarde cuando se trata de ayudar a los niños que temen la violencia de las armas; creo que es cruel cuando no ayuda a los dreamers, que se ha instalado en la negación de la crisis climática, pero eso es para las elecciones. Esto de hoy va sobre la Constitución de Estados Unidos y la violación de su juramento y, como católica, me molesta que use la palabra odio en una frase que tiene que ver conmigo. No odio a nadie, me he criado en un hogar lleno de amor y rezo por el presidente todo el tiempo. No juegue conmigo cuando se trata de palabras como esa”.