Francisco Javier, un misionero todo terreno

Francisco Javier, un misionero todo terreno

El sábado 7 de abril de 1506 nacía en la española localidad de Javier, un joven que llevaría por nombre Francisco, quien supo llevar la fe hacia el lejano Oriente. Nos referimos a Francisco Javier, misionero jesuita, estrecho colaborador del  fundador de la Compañía de Jesús, Ignacio de Loyola. Se destacó por sus misiones en el oriente asiático, fue conocido como el apóstol de las Indias.

En sus cuarenta y seis años de vida, este religioso español logró llevar la Fe al extremo Oriente, adaptándola con sabiduría a la índole y al lenguaje de poblaciones diversas. Fue un impulsor de adaptar los textos sagrados a las lenguas vernáculas. Por este mero hecho, le debemos un enorme reconocimiento.

El encuentro con Ignacio de Loyola y Pedro Fabro

Nacido en 1506 en el Castillo de Javier, en Navarra, en el norte de España, Francisco Javier proviene de una familia noble. En 1525 Francisco va a París para realizar sus estudios universitarios y en 1530 se convierte en “Magister Artium”, listo para su carrera académica. En el Colegio de Santa Bárbara, donde reside, el futuro santo conoce a San Pedro Fabro y a Ignacio de Loyola, con quienes se forma en el estudio de la teología. Al principio, las relaciones, especialmente con Ignacio, no fueron fáciles, hasta el punto de que el propio Loyola definió a Francisco como “el trozo de pasta más duro que había tenido que amasar”, pero la vocación misionera ya estaba instalada en el corazón de Javier que, en la primavera de 1539, participa en la fundación de una nueva Orden religiosa, llamada “Compañía de Jesús”.

Derrotero

Consagrado a Dios y al apostolado, el lunes 7 de abril de 1541, Francisco parte hacia las Indias, por petición del Papa Pablo III que desea evangelizar esas tierras, en esa época conquista portuguesa. El viaje de Lisboa a Goa, realizado en velero, dura trece meses, que se vuelven fatigosos por la escasez de alimentos, el calor y las tormentas. Una vez llegado a Goa en mayo de 1542, Javier elige el hospital de la ciudad como su hogar y como cama aquella junto al paciente más grave. A partir de ese momento, su ministerio será dedicado al cuidado de los últimos, los excluidos de la sociedad: los enfermos, los presos, los esclavos, los menores abandonados.

Un pescador de perlas

Durante dos años, se dedica a la evangelización de los indios paravas, los pescadores de perlas que vivían en el sur de las Indias: hablan sólo tamil, pero Francisco logra transmitirles los principios fundamentales de la fe católica, llegando a bautizar a miles en poco tiempo. “Tan grande es la multitud de conversos -escribe- que a menudo me duelen los brazos de tanto bautizar, y ya no tengo voz y fuerza para repetir el Credo y los Mandamientos en su propio idioma”. 

La llegada a Japón

En 1547, la vida del futuro santo da otro viraje: conoce a un fugitivo japonés, llamado Hanjiro, deseoso de convertirse al cristianismo. El encuentro hace nacer, en Javier, el deseo de ir a Japón, para llevar el Evangelio también a la tierra del “Sol Naciente”. Llega allí en 1549 y, a pesar de la pena de muerte vigente para los que administran el sacramento del Bautismo, el religioso español logra crear una comunidad de cientos de fieles.

El “sueño” de China

De Japón a China, el pasaje es casi natural. Javier mira a la “Tierra del Dragón” como una nueva tierra de evangelización y en 1552 consigue llegar a la isla de Shangchuan desde donde intenta embarcarse para Cantón. Pero le viene una fiebre repentina. Exhausto por el frío y la fatiga, Francisco Javier muere en la madrugada del miércoles 3 de diciembre. Sus restos son enterrados en un cajón lleno de cal, sin siquiera una cruz para recordarlo. Pese a esto, dos años después, su cuerpo es trasladado, íntegro e intacto, a Goa, a la Iglesia del Buen Jesús, donde actualmente es venerado. Beatificado por Pablo V en 1619 y canonizado por Gregorio XV en 1622, Francisco Javier es proclamado patrono de Oriente. 

El adelantado

Francisco Javier se convirtió a partir del siglo XVI en un ideal como misionero en tierra pagana. Esto ha dado lugar a una muy abundante obra que trata de su figura. Obra de todo tipo, especialmente epistolar, al considerarlo como ejemplo por los miembros de la Compañía de Jesús. Fue el impulsor del primer seminario de Goa, porque logró despertar vocaciones al sacerdocio de los nativos, a la vez que proponía la catequización directa y la traducción de los textos litúrgicos a las lenguas locales.

Autor de textos como el pequeño catecismo (1542), el gran catecismo (1546) y las Instrucciones para los catequistas de la Compañía de Jesús (1545).
Su pensamiento se puede sintetizar en una jaculatoria que solía repetir cotidianamente: “Señor, yo te amo no porque puedes darme el paraíso o condenarme al infierno, sino porque eres mi Dios. Te amo porque Tú eres tú“.

Adelanto del documental “San Francisco Javier – Hasta los confines de la tierra”, presentado en Roma en marzo de 2022.

Fuentes:

https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2019-12/san-francisco-javier-misionero-sin-fronteras.html

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