El viernes 2 de julio, el Papa Francisco expresó su agradecimiento a los organizadores del encuentro “La ciencia para la paz”. Saludó también a las autoridades, y a todos los hombres y mujeres dedicados a la investigación científica, con un reconocimiento especial al profesor Antonio Zichichi, presidente de la Federación Mundial de Científicos, que recibiera un título honorífico de la Universidad de Teramo.
Destacó el don de la ciencia, como una esperanza para toda la humanidad, porque pocas veces como esta se advierte la necesidad de un relanzamiento de la investigación científica para hacer frente a los retos de la sociedad contemporánea, dando testimonio de que no puede ni debe haber oposición entre fe y ciencia.
Como lo recordaba en la encíclica Fratelli tutti, es urgente «conocer la realidad para construir juntos» , para que el deseo de conocimiento, que se esconde en el corazón de cada hombre y de cada mujer, crezca y se desarrolle en la investigación científica, que debe poner al servicio de todos sus conocimientos buscando siempre nuevas formas de colaboración, de intercambio de resultados y de construcción de redes.
Destacó: «no se debe soslayar el riesgo de que un avance científico sea considerado el único abordaje posible para comprender algún aspecto de la vida, de la sociedad y del mundo».
La experiencia de la emergencia sanitaria ha instado todavía más, y de alguna manera con más urgencia, al mundo de la ciencia a replantearse las perspectivas de la prevención, la terapia y la organización sanitaria, teniendo en cuenta las repercusiones antropológicas ligadas a la convivencia social y a la calidad de las relaciones entre los miembros de la familia y, sobre todo, entre las generaciones.
Ningún científico debe caminar solo y sentirse autosuficiente. La realidad histórica es cada vez más única. Hay que servirla con la pluralidad de los saberes, que en su especificidad, contribuyan al crecimiento de una nueva cultura capaz de construir la sociedad promoviendo la dignidad y el desarrollo de cada hombre y cada mujer: la ciencia es un gran recurso para construir la paz. Este cambio de época necesita nuevos discípulos del conocimiento, y los científicos, son los maestros de una nueva generación de constructores de paz.