El evangelista Mateo trae a colación el ayuno, cuestión vigente en este tiempo de Cuaresma, en el Evangelio correspondiente al viernes 19 de febrero en Mt (9, 14-15).
En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron a ver a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?” Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán”.
Jesús quería que los discípulos de Juan, al igual que sus propios discípulos, se dieran cuenta de que mientras él estaba con ellos, era el momento de alegrarse. Mientras Jesús estaba con ellos, no debían lamentarse ni ayunar ni llorar. Establece un paralelismo con un banquete de bodas, y dice que es inapropiado ayunar en una boda. No, una boda es un momento de celebración. Sin embargo les advierte que ‘llegará el momento en que el novio les será arrebatado’.
El ayuno formaba parte de la vida de los pueblos en la Biblia. Sin embargo, hoy apenas se menciona el ayuno. No se trata simplemente de renunciar a cosas, sino también de hacer activamente buenas acciones.
El cuadro del holandés Steen representa a una familia rezando en silencio antes de una humilde comida y refleja esta serenidad a la que llama Jesús. La pantalla que está sobre la mesa lleva las palabras del Padre Nuestro: “u wille moet geschieden” (hágase tu voluntad).
También nos recuerda el cuadro de don Ernesto de la Cárcova “Sin pan y sin trabajo” (1894), con la temática del hambre y de la falta de trabajo, elementos esenciales para la vida social y digna de las personas.