El pensamiento, la vida y el testimonio de la fundadora del Movimiento de los Focolares, en la palabra de la Presidente, María Voce, y del Secretario de Estado Vaticano, Card. Pietro Parolin.
“Chiara era una amiga, una hermana, una madre, una persona llena de Dios y sencilla”, con estas palabras María Voce, Presidente del Movimiento de los Focolares recuerda a la Fundadora, Chiara Lubich, en el décimo aniversario de su muerte.
La elección de Dios único ideal de la vida
Nació en Trento, Italia, en 1920, Chiara consagra su vida a Dios a sólo 23 años y justamente en su ciudad ve nacer a su alrededor la primera comunidad basada en el modelo de los primeros cristianos, cuyo único vínculo era el amor evangélico distinguida por una plena comunión de bienes materiales y espirituales. “Escogemos a Dios como único ideal de nuestra vida, un ideal que no se derrumba”, decía a sus compañeras, mientras los confines de esa experiencia comunitaria se alargaban velozmente en Italia y Europa y la espiritualidad de la unidad, fundamento del carisma, penetraba también entre las otras Iglesias y denominaciones cristianas, dando vida a aquello que ha sido definido como “el ecumenismo del pueblo”.
Fraternidad universal
“Dos cosas nos ha enseñado Chiara desde el inicio del Movimiento: que Dios es Padre de todos y de consecuencia nosotros somos todos hermanos” – subraya María Voce – explicando como el sueño de Chiara del amor recíproco siguiendo el modelo de Jesús, es decir, hasta dar la vida, haya logrado en el tiempo conquistar a personas de otros credos e incluso no creyentes, que “se han hecho parte de la gran familia del Movimiento”, encontrando en ello la fuente de inspiración y estímulo para colaborar en la tutela de los valores universales como la paz, la justicia, la libertad, la custodia de la creación.
La fuerza espiritual de Chiara al servicio de la Iglesia
“Una gran fuerza espiritual capaz de arrastrar multitudes de diversas edades, clases sociales, culturas: esto animaba a Chiara y los frutos se ven todavía hoy, también en la Iglesia”. El Card. Pietro Parolin, recordando la obediencia y la docilidad que la Fundadora de los Focolares ha tenido siempre – incluso en los momentos más difíciles – en relación a la Iglesia, evidencia hoy cuanto los Pontífices, desde Pablo VI en adelante, hayan siempre intercambiado ofreciendo su apoyo y su aliento al Movimiento. “El empeño constante por la comunión en la Iglesia, por el diálogo ecuménico y la fraternidad entre todos los pueblos”, decía Benedicto XVI en el telegrama enviado con ocasión de los funerales de Chiara cuya “existencia”, proseguía, “ha sido donada en la escucha de las necesidades del hombre contemporáneo en plena fidelidad a la Iglesia y al Papa”.
El estilo mariano y el concepto de unidad
Es doble el aporte que Chiara, según el Secretario de Estado Vaticano, Card. Parolin, ha ofrecido a la Iglesia: el haber profundizado y hecho vivo el “perfil mariano constitutivo de la Iglesia cuanto aquel apostólico” y el fuerte e innovador llamado a la unidad – “que todos sean uno para que el mundo crea” – construido y hecho posible por el “secreto” del amor recíproco, la “regla de oro” que Jesús mismo nos ha entregado en el “no hacer a los demás lo que no quisieras que te hagan a ti”.
Fuente: News.va