La prensa reveló que un Tribunal militar de Honor no condenó a represores que confesaron violaciones a los derechos humanos.
El escándalo no podría haber sido mayor. El presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, destituyó este lunes al ministro de Defensa (en uso de licencia por razones de salud), al viceministro de esta Secretaría, y seis generales. El diario uruguayo El Observador reveló este fin de semana que un tribunal militar no ponderó en sus actas las confesiones de dos represores, el coronel Jorge Silveira y el teniente coronel José Nino Gavazzo, quienes admitieron haber respectivamente desaparecido a María Claudia García de Gelman y el guerrillero tupamaro Roberto Gomensoro. La mujer, nuera del poeta Juan Gelman, fue desaparecida mientras estaba embarazada de su hija Macarena, en 1976 en la Argentina y sucesivamente trasladada a Uruguay, y asesinada luego de que naciera su hija, sucesivamente dada en adopción. Gavazzo, en cambio, haber arrojado a las aguas del río Negro a Gomensoro en 1973 y que mintió al respecto a la justicia civil.
El presidente se mostró irritado este lunes en la reunión de su gabinete, porque a pesar de estas confesiones, el tribunal militar (o Tribunal de Honor) celebrado el año pasado, integrado por tres generales, consideró que estos hechos no constituían una afrenta al honor de los militares encausados. El fallo fue avalado por un Tribunal de Alzada integrado por otros tres generales. Los uniformados, sin embargo, fueron sancionados por haber permitido que otro militar, el coronel Juan Carlos Gómez, fuese tres años a la cárcel por el asesinato de Gomensoro, cuando sabían que era inocente. En 2013, Gómez fue finalmente declarado inocente.
Vázquez exigió en la sesión de ministros la inmediata renuncia del vice de la cartera de Defensa, quien reemplaza a su titular en grave estado de salud. Más tarde, también destituyó al ministro en cuestión, considerando que los funcionarios no vieron las crudas confesiones incluidas en las actas del proceso celebrado el año pasado y las dejaron pasar. Ignaro de tales detalles, el fallo final llevaba la firma también del propio presidente Vázquez, que consideró inaceptable que no se tuvieran en cuenta las confesiones de los dos conocidos represores.
Que Gavazzo y Silveira hayan confesado sus delitos es un hecho excepcional en Uruguay, pues el pacto de silencio ha sido tal que hasta el oficial condenado injustamente por el delito de Gomensoro purgó tres años de cárcel sin denunciar su inocencia. Este pacto es la razón por la que no ha sido posible esclarecer la mayoría de los casos de muertos y desaparecidos de la dictadura. En estos años, algunos militares fueron a la cárcel por guardar silencio (ahora se sabe que hasta siendo inocentes) y nunca se resquebrajó el muro.
Entre los generales destituidos figura el nuevo comandante en jefe del Ejército, José González, quien asumió su función hace apenas quince días, en reemplazo de su predecesor destituido por el presidente Vázquez por sus duras críticas a la justicia civil y al gobierno.
Se ha abierto una investigación por parte de la fiscalía sobre lo sucedido en los tribunales militares, que deberían haber comunicado la existencia de hechos delictivos a instancias superiores cuando se produjeron las confesiones. Se deberá aclarar si funcionarios públicos (incluidos militares), incurrieron en omisiones.
Vazquez firmo las actas en donde estos represores confiesan estos crimenes. La pregunta es”en donde estaba”Vazquez” cuando firma esta documentación. El presidente uruguayo siempre se caracterizo por encontrar culpables a sus propios errores. Y ojo!,nunca olvidemos que existe una historia “inconfesable” del señor Vazquez, que abarca casi todo el periodo militar: Vazquez desarrollo su carrera de oncologo y sus empresas “para medicas” bajo la sombra de la dictadura; Vazquez fue funcionario de confianza del régimen cívico militar 1973- 1985. Este no es detalle menor.