Sobre el pensamiento y la acción de Francisco – Una reflexión desde y para América Latina y el Caribe.
El día que el cardenal Jorge Mario Bergoglio fue elegido obispo de Roma y Papa para la Iglesia Católica realizó un gesto transformador: le pidió al pueblo que lo bendiga y rece por él. La palabra “pueblo” es, quizás, el término más presente del pontificado de Francisco. En efecto, desde su elección como Papa hasta la actualidad ha cobrado fuerza la perspectiva impulsada por la denominada “teología del pueblo”, que es una corriente argentina de la teología de la liberación. En sus tres principales escritos Francisco ha destacado la centralidad del pueblo como categoría política buscando instalar un nuevo paradigma de liderazgo comunitario.
En Evangelii Gaudium –donde la palabra pueblo aparece 164 veces– se destacan los cuatro principios en la construcción y conducción de un pueblo, a saber: que el tiempo es superior al espacio, que la unidad prevalece sobre el conflicto, que la realidad es más importante que la idea y que el todo es superior a la parte (EG, 222-237). Según señala Juan Carlos Scannone, dichos principios nacen de la lectura de una carta que Juan Manuel de Rosas (gobernador de Buenos Aires) le dirige a Facundo Quiroga (gobernador de La Rioja) sobre la temática de la organización nacional1. Este dato nos permite reconocer el arraigo profundo de Francisco en la cultura popular y en la historia argentina, desde la cual se abre al mundo con su actual mensaje.
En Laudato Si’ realiza un llamado a “concebir el planeta como patria y la humanidad como pueblo que habita una casa de todos”. Sin perder la riqueza de la diversidad de los pueblos de la tierra hace una invitación a todos ellos en pos de un proyecto común. Su deseo es “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” (LS, 13). Finalmente en Fratelli Tutti sostiene que pueblo no es una categoría lógica (de la razón pura) ni mística (con un sentido angelical), sino una categoría mítica: “Ser parte de un pueblo es formar parte de una identidad común, hecha de lazos sociales y culturales. Y esto no es algo automático, sino todo lo contrario: es un proceso, lento, difícil… hacia un proyecto común” (FT, 158). Cabe destacar que para esta definición Francisco se apoya en la lectura de Rodolfo Kush, un filósofo argentino que dedicó su vida a comprender lo propio, lo genuino y lo más profundo de nuestro estar en la tierra desde los pueblos originarios de “nuestra América”.
La palabra “pueblo” se expresa en Francisco en los gestos simples como el recibir un mate mientras saluda a los peregrinos en las jornadas mundiales de la juventud pero también en las decisiones políticas, como es el caso del impulso a los así llamados, por él, movimientos populares.
Ahora bien, ¿qué implica asumir esta concepción de pueblo en lo político, lo económico, lo social y los cultural desde y para América Latina y el Caribe y cuáles son los desafíos que se presentan a los gobiernos latinoamericanos desde esta noción? En esta breve nota, reflexionamos en torno a este interrogante.
Pueblo: ¿del demos al laos?
En la Biblia hay al menos tres vocablos que provienen del griego y refieren al pueblo: demos, laos y ochlos. En la Grecia antigua, más precisamente en Atenas, la palabra demos hacía referencia a la ciudadanía en la cual no estaban incluidos ni las mujeres, ni los esclavos, ni los extranjeros. Ciudadanos eran solo un grupo de varones, adultos y mayormente propietarios de tierras. Se calcula que solo el 20 % de la población ateniense integraba este grupo selecto. Por otro lado, la palabra ochlos designaba más bien a la muchedumbre excluida, o sea una masa de gente heterogénea y manipulable por el poder de turno. Por el contrario, la palabra laos refiere al pueblo reunido, a la asamblea popular o podríamos decir: al pueblo excluido que empieza a organizarse. En el Nuevo Testamento, es decir en el conjunto de los libros bíblicos posteriores al nacimiento de Jesús, la palabra demos solo aparece 4 veces, laos 141 veces y ochlos 174 veces2.
Néstor Miguez (presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas), sostiene: “El pueblo de la religión de Jesús no es el pueblo organizado y jerarquizado de la democrática asamblea griega o de la república romana, sino la multitud hambrienta y enferma, a la que enseña, alimenta y cura, los descartados que lo siguen. Jesús era… un laocrático”3. Esta afirmación –desde nuestro punto de vista– encuentra un asidero en la concepción de pueblo que ha marcado el pontificado de Francisco. En efecto, aunque no desarrolla la distinción entre demos y laos, él mismo sostiene que los movimientos populares tienen que asumir un rol protagónico que incida en las estructuras de gobierno. Dichos movimientos reúnen a las y los desocupados, a las y los precarizados, a las y los que están en los márgenes del sistema, y generan experiencias que crecen desde abajo con el lema activo de las 3T: Tierra, Techo y Trabajo, y que es preciso relacionar y coordinar.
Los movimientos populares y la sor-fraternidad
Los movimientos populares son experiencias de “fraternidad abierta” –en palabras de Francisco– o, como proponemos en este artículo de sor-fraternidad. Si hablamos de fraternidad a secas parece no haber lugar para las hermanas o bien ellas quedan subsumidas, pues fratres son los hermanos. Además, detrás de la palabra no está solo la masculinidad que se impone sino el patriarcado que hoy se derrumba junto con la modernidad. Por lo tanto, proponemos el término sor-fraternidad y nos referimos no solamente a su consideración como fin ético al que se aspira, sino a los caminos (métodos) que transita una comunidad para realizarse plenamente4. Relacionamos esta acepción de sor-fraternidad con la doble definición del “amor político” que propone Francisco: por un lado, el “amor elícito” (aquel que se expresa como caridad hacia las personas y los pueblos reconociendo su dignidad) y por el otro, el “amor imperante” (aquel que impulsa la creación de instituciones sanas que persigan y alcancen la justicia, que promuevan estructuras más solidarias) (FT, 186).
¿Encontró Francisco en los movimientos populares esa forma de organización laocrática que Jesús cultivaba? Sin duda el Papa ha encabezado procesos geopolíticos de construcción de paz en y entre las naciones y las religiones. Sin embargo, no parece depositar todas sus esperanzas en las jerarquías y las superestructuras como motores del cambio. Por el contrario, parece sostener que las transformaciones son y serán movidas desde abajo, desde los últimos, desde los pobres, es decir desde la fuerza de la cultura popular. Esto queda demostrado en diversos acontecimientos entre los que se destaca el Sínodo de la Amazonía que plasmó aquella máxima de escuchar “el clamor de la tierra” y “el clamor de los pobres”, repensando con y desde las comunidades –sobre todo las indígenas, campesinas y afrodescendientes– los caminos hacia una conversión ecológica integral.
La convicción de Francisco de depositar las esperanzas en los movimientos populares y en todas las formas de organización comunitaria surgidas del mestizaje cultural representa un gran desafío para las democracias latinoamericanas que no se resuelve meramente entregando cargos a los referentes de dichos movimientos. En efecto, pensar y construir desde el pueblo implica que los Estados deben aprender de las pequeñas comunidades, de las organizaciones locales, de los espacios compartidos que nacieron para hacerle frente a la injusticia; y que los líderes deben gobernar obedeciendo el mandato popular. Conlleva repensar las estructuras y echar por tierra las barreras que una y otra vez vuelven a fragmentarnos. Implica ser claros en una opción por y desde el pueblo (laos) y decirle no a cualquier elitismo o exclusión, decirle no a un demos para pocos.
Artículo publicado en la edición Nº 634 de la revista Ciudad Nueva.
Nota: Artículo basado en el publicado por la Revista Viento Sur de la Universidad Nacional de Lanús http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/francisco-el-papa-y-el-pueblo/
1. Ver: Scannone, J. C. (2015). La teología del pueblo. Raíces teológicas del Papa Francisco. Santander: Sal Terrae.
2. Ver: Ferrando, M. A. SM. (S/A). “El Pueblo de Dios según el Nuevo Testamento”. Recuperado de: https://repositorio.uc.cl/xmlui/bitstream/handle/11534/15301/000421977.pdf
3. Miguez, N. (2019). “Pueblo y religión”. En: Jaramillo, A. (Coord). Actas del Congreso Nacional de Filosofía 2019: En homenaje al primer Congreso Nacional de Filosofía, Mendoza 1949. Tomos III. Remedios de Escalada: EdUNLa.
4. Ver: Mattalini, M. (2020). “¿Nueva Normalidad o nueva configuración social?” Analéctica. Vol. 7 Nun. 43. Recuperado de: http://portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/251/2511843003/2511843003.pdf