El Papa en Estonia: En nuestras sociedades tecnocráticas peligra el sentido de la vida

El Papa en Estonia: En nuestras sociedades tecnocráticas peligra el sentido de la vida

El papa Francisco arribó esta mañana, al aeropuerto de Tallín, Estonia, última etapa de su visita apostólica a los países bálticos. A su llegada fue recibido por la presidenta de la República de Estonia, la señora Kersti Kaljulaid.

La presidenta acompañó al Santo Padre a una sala donde un coro de niños interpretó un canto para Francisco. Luego, el Papa se trasladó en automóvil al palacio presidencial de Tallin donde tuvo lugar la ceremonia de bienvenida en Estonia.

Después de la ejecución de los himnos, los honores militares y la presentación de las delegaciones respectivas, el Santo Padre entró en el edificio para la visita de cortesía a la presidenta de la República de Estonia.

Después de la foto oficial y la firma en el Libro de Honor, tuvo lugar el intercambio de obsequios. Acto seguido, en el estudio presidencial, tuvo lugar el encuentro privado.

Al final, después de la presentación de sus familiares, la presidenta acompañó al Papa al Jardín de las Rosas, donde se desarrolló el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático.

En su discurso Francisco destacó el valor de la independencia para Estonia y al igual que hizo en Lituania y en Letonia, el pontífice llamó a mantener viva la memoria del sufrimiento y dolor causados por las ocupaciones nazi y soviética durante el siglo XX.

El Papa recordó que, desde hace siglos, Estonia es conocida como “Tierra de María”, o “Maarjamaa”. Señaló que “pensar en María, me evoca dos palabras: memoria y fecundidad”.

El Santo Padre hizo mención a los sufrimientos del pueblo estonio durante su pasado reciente debido a las ocupaciones nazi y soviética.

“Su pueblo”, afirmó, “debió soportar en diversos períodos de la historia momentos duros de sufrimientos y tribulaciones. Luchas por la libertad y la independencia que siempre se veían cuestionadas o amenazadas”.

Sin embargo, destacó los grandísimos avances sociales alcanzados en los últimos 25 años que han permitido “a su país, aun siendo pequeño, encontrarse en primera línea en el índice de desarrollo humano, en su capacidad de innovación, además de demostrar un alto nivel en lo relativo a la libertad de prensa, democracia y libertad política”.

Francisco destacó la necesidad de mantener viva esta memoria, pues, “mirando su pasado y su presente, encontramos razones para mirar el futuro con esperanza frente a los nuevos desafíos que se les presentan”.

“Ser tierra de la memoria es animarse a recordar que el lugar que han alcanzado hoy es gracias al esfuerzo, al trabajo, al espíritu y a la fe de sus mayores. Cultivar la memoria agradecida permite identificar todos los logros de los que hoy gozan con una historia de hombres y mujeres que lucharon para que esta libertad fuera posible, y que a su vez los desafía a rendirles homenaje abriendo caminos para los que vendrán después”.

El Papa señaló que la característica de Estonia como “tierra de fecundidad” significa poner en valor las raíces, especialmente las de los jóvenes.

“La conciencia de pertenecer y de luchar por otros, de estar enraizados en un pueblo, en una cultura, en una familia poco a poco se puede perder privando, especialmente a los más jóvenes, de raíces desde donde construir su presente y su futuro, ya que se les priva de la capacidad de soñar, de arriesgar, de crear”. 

El exceso de tecnología y la pérdida del sentido de la vida

El Papa sabe que, además del alcoholismo, otro gran problema de los tres países bálticos que visita desde el sábado es la fuerte incidencia de depresión e incluso suicidio por falta de calor humano, desplazado por la omnipresencia de las redes sociales y el entretenimiento con pantallas.

Por eso, en su discurso ante la presidenta Kaljulaid y las autoridades de Estonia hizo una alerta seria: “El progreso tecnológico puede provocar que se pierda la capacidad de crear vínculos interpersonales, intergeneracionales, interculturales”.

El Papa invitó a “romper los círculos que aturden los sentidos, alejándonos cada vez más los unos de los otros”. No solo a nivel personal o familiar sino también como nación pues “un pueblo podrá construir el día de mañana solo en la medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros, que cree lazos de integración entre las generaciones y las distintas comunidades que la conforman; y también en la medida que rompa los círculos que aturden los sentidos alejándonos cada vez más los unos de los otros”.

“En este esfuerzo”, finalizó el Papa, “quiero aseguraros que cuentan siempre con el apoyo y la ayuda de la Iglesia católica, pequeña comunidad entre ustedes, pero con muchas ganas de contribuir a la fecundidad de esta tierra”.

Estonia es un país rico pero con un 70 por ciento de ciudadanos que se declaran “no creyentes”. Los ortodoxos suman el 16 por ciento de la población, seguidos por los luteranos con el 10 por ciento. Los católicos son un minúsculo 0,5 por ciento: unos 6.000 fieles con un obispo, el francés Philippe Jourdan, nombrado en 2005. Su predecesor, el jesuita alemán Eduard-Gottlieb Markusovitch Profittlich –arrestado por los soviéticos en 1940 y condenado a muerte–, falleció en 1942 en una prisión de Kirov.

Fuente: AICA

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