Los Gladiadores vencieron 31 a 27 a Chile en la final de los Juegos Panamericanos y lograron así clasificarse por tercera vez consecutiva a los Juegos Olímpicos.
Esta camada de jugadores sigue haciendo historia en el handball argentino. Sólo había un pasaje disponible para viajar a Tokio el próximo año y el gran candidato panamericano, como sucede desde Indianápolis ’87, era Brasil. Sin embargo, el panorama cambió cuando Chile dio el gran batacazo en Lima venciendo a la verdeamarela en semifinales.
A partir de allí, la final entre argentinos y chilenos cobraba un sabor especial, teniendo en cuenta el esfuerzo que vienen haciendo las dos selecciones para trascender en una disciplina ampliamente dominada por Brasil en el continente.
Y Argentina sacó a relucir más que nunca su apodo para luchar un partido apretado y cargado de nerviosismo que finalizó con un grito ensordecedor de deportistas, hinchas y familiares que habían viajado a Lima.
Enseguida todos abrazaron a Diego Simonet, quien se había perdido la cita en Río 2016 por una lesión y ahora tendrá revancha. Pero a también a su hermano Sebastián, que a los 33 años se había puesto como meta la competencia en Tokio y ahora tendrá la oportunidad de despedirse de la Selección a lo grande. Los Gladiadores han ganado una nueva batalla deportiva. Son de oro panamericano. Pero fundamentalmente son olímpicos. El fuego sagrado, sin dudas, sigue encendido.