El viernes 15 de febrero de 1811 nacía en un humilde hogar sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento, enorme impulsor del desarrollo de nuestra nación.
El buen Sarmiento concebía a la república como una eterna construcción, su objetivo fue el de estructurar un país independiente, democrático y progresista.
Promovió la comunicación instantánea con el telégrafo, lejano antecesor de internet; las escuelas, como el lugar para alfabetizar a toda la sociedad. No solo eso, le debemos el primer observatorio astronómico de Sudamérica, las primeras cepas del vino Malbec o el cultivo del mimbre en nuestro Delta. Promovió la oficina de patentes, en un país como el nuestro. Ordenó dibujar el primer mapa y hacer el primer censo.
Padre de la educación argentina, también el fútbol le debe su impulso. Parece que Alexander Hutton, difusor de este deporte y rector de un colegio, solicitó permiso a Sarmiento para enseñar el balompié entre sus alumnos.
La elocuente respuesta que recibió del sanjuanino, fue: Que aprendan mi amigo, a las patadas, pero que aprendan…