El final de una época brillante como el oro

El final de una época brillante como el oro

Con la derrota ante Estados Unidos, el básquet argentino fue eliminado de Río de Janeiro y así se despidió la Generación Dorada con Emanuel Ginóbili a la cabeza.

¿Qué equipo es capaz de mantenerse 15 años en la elite del deporte mundial? ¿Qué grupo de jugadores logra mantenerse unido durante tanto tiempo, con su potencial vigente, transmitiendo los más profundos valores del deporte? Existe. Se llama la Generación Dorada, esos por entonces jóvenes lungos que le dijeron al mundo, allá por 2002 en Indianápolis, a través de la primera victoria ante un Dream Team, que venían a demostrar que un nuevo espíritu estaba naciendo, como si resurgiera la mística de los campeones del mundial de 1950.

Es que ese plantel tenía en sus venas la sangre de aquél, con un espíritu capaz de contagiar incluso a quien poco le interesaba el básquet. Su Olimpo sin dudas fue en Atenas, como debía ser, con aquella magnífica actuación de todos, con la palomita de Manu ante Serbia y Montenegro  que pasó a la inmortalidad y que le dio vuelo a un grupo que no se detuvo hasta conseguir la histórica medalla que le dio el mote de Generación Dorada.

Para que ese brillo se mantuviera y hasta incluso resplandeciera cada vez más no precisaron logros deportivos similares. Cuatro años después fueron bronce en Pekín, mientras que en Londres y Río fueron eliminados en cuartos de final. Sin embargo, siempre, absolutamente siempre, en cada uno de los cuatro Juegos Olímpicos y en sus respectivos intervalos de cuatro años, fueron El Alma de la delegación argentina. En ellos está impregnada la esencia más profunda del deporte. Espíritu de equipo, amateurismo (reivindicado más aún cuando muchos de ellos han ganado fortunas en sus carreras profesionales), respeto a las reglas y al adversario, enseñanza al público y a los medios sobre el valor de destacar las propias virtudes y no machacar contra los rivales, y tantos otros legados que hacen una lista interminable de elogios.

Estamos ante la mejor selección del deporte argentino de la historia. Que dejó una huella imborrable, eterna y que vamos a extrañar. Luis Scola, Andrés Nocioni, Carlos Delfino y el gran Manu (foto) eran los últimos exponentes. Si quienes nos hemos conformado con verlos por televisión hemos gozado de sus hazañas, cómo habrá sido para los cientos de deportistas que compartieron con ellos la intimidad de una Villa Olímpica. Ojalá hayan podido nutrirse, principalmente los jóvenes que asoman en el básquet, de esa savia que le demostró al mundo del deporte, incluido al más exitista de todos, que es el fútbol, que se puede disfrutar y sufrir, ganar y perder, sin olvidar los valores más esenciales, los que permanecen grabados a fuego en El Alma, más que los resultados. Ah, Estados Unidos ganó 105-78. Poco importa.

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