El burkini y la cultura impuesta por la ley

El burkini y la cultura impuesta por la ley

En Francia se debate si prohibir o no el uso que hacen en las playas las mujeres musulmanas de trajes de baño que cubren la totalidad de su cuerpo.

En una película de hace unos cuantos años atrás, que parodiaba el espíritu revolucionario de ciertas épocas, uno de los protagonistas afirmaba tajantemente: “Somos tan democráticos que pondremos en el paredón a todos los antidemocráticos”.

Algún eco de eso hay en las afirmaciones del primer ministro francés, Manuel Valls, quien está de acuerdo que algunas municipalidades de su país estén elaborando prohibiciones y sanciones para las mujeres que en las playas usen la así llamada burkini. El nombre del atuendo playero viene de la mezcla (improbable) entre burqa (la vestimenta que tapa por completo a la mujer) y la bikini y es usado por musulmanas que, al respecto, aplican escrupulosamente preceptos culturales o religiosos.

Protestando razones de orden público, en algunas ciudades francesas se han aplicado multas a las mujeres que utilizan la burkini en las playas. Sin, por ahora, pensar en una medida legislativa, Valls ha menifestado que no acepta esta “visión arcaica”, porque considera que tras la burkini “está la idea de que, por naturaleza, las mujeres serían impúdicas, impuras, que deberían por lo tanto estar totalmente cubiertas. Esto no es compatible con los valores de Francia y de la República”.

En Francia está prohibido el uso en espacios públicos los atuendos que cubren por completo a las mujeres. Una medida comprensible por razones de seguridad, puesto que el país ha sido blanco de ataques terroristas. Menos comprensible es imponer el tipo de ropa que las mujeres deben usar en las playas, sobre todo si eso no implica perjudicar aspectos de la seguridad pública.

Se podrá incluso compartir la valoración de que, a menudo, se trata de que estas imposiciones expresan cierto sometimiento de las mujeres a reglas impuestas por varones y, más en general, por herencias más culturales que religiosas. Pero ¿en base a qué derecho se puede establecer qué porcentaje de piel está prohibido cubrir o con qué ritmo una cultura debe evolucionar? Hace cien años las mujeres francesas utilizaban en las playas atuendos muy parecidos a la burkini. Al ministro Valls se le está escapando que la tolerancia y el diálogo han sido las principales conquistas de la democracia, no la fuerza de la ley por más que el Estado de derecho es uno de los pilares de la cultura occidental. Muchas comunidades islámicas que se han integrado exitosamente en Occidente, señalan que con ello ha habido un proceso de filtro entre preceptos culturales que han resultado ser obsoletos y los valores religiosos más auténticos, que se han conservado.

Lo que aquí están en discusión son aspectos culturales y preceptos morales. Nuestra cultura ha convertido en principios protegidos por la ley algunos preceptos morales aceptados universalmente, como el de no matar o no robar, dejando el resto al ámbito de las opciones personales. Ha sido un avance comprender que la moral no puede ser impuesta con la fuerza de la ley. Valls olvida que tampoco es bueno imponer por ley una cultura.

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