El Amor llama al amor y el perdón llama al perdón

El Amor llama al amor y el perdón llama al perdón

El papa Francisco dedicó la audiencia general de este miércoles a la quinta parte del Padrenuestro: “como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

Todos somos deudores hacia Dios y hacia tantas personas que nos han regalado condiciones de vida favorables”, explicó el pontífice, por lo tanto: “Si no te esfuerzas en perdonar, no serás perdonado; si no te esfuerzas en amar, tampoco serás amado”, indicó.

“A la ley del talión -¡lo que tú me has hecho a mí, yo te lo restituyo a vos!-, Jesús la substituye con la ley del amor: ¡lo que Dios hizo por mí yo te lo restituyo a vos!”, así sintetizó el papa Francisco la novedad de la fe cristiana, comentando la quinta pregunta del Padrenuestro y se detuvo sobre la expresión “como también nosotros les perdonamos a nuestros deudores”.

Hablando a los más de 30 mil fieles reunidos para la audiencia general, en la plaza de san Pedro todavía adornada con las flores de las ceremonias de Pascua, el Papa subrayó que “no existen en la Iglesia ‘self made man’, hombres que se hicieron por ellos mismos. Todos somos deudores hacia Dios y hacia tantas personas que nos han regalado condiciones de vida favorables. Nuestra identidad se construye a partir del bien recibido. Quien reza aprende a decir ‘gracias’ y pide a Dios ser benévolos con él y ella. Por más que nos esforcemos, siempre permanece una deuda incalculable delante de Dios, que jamás podremos restituir: Él nos ama infinitamente más de cuanto nosotros lo amamos. Por lo tanto, por cuanto nos esforcemos en vivir según las enseñanzas cristianas, en nuestra vida habrá siempre algo de lo cual pedir perdón”.

“Cada cristiano -agregó- sabe que existe para él el perdón de los pecados. Pero la gracia de Dios, tan abundante es siempre desafiante. Quien recibió tanto debe aprender a dar tanto. No es un caso que el Evangelio de Mateo, inmediatamente después de habernos regalado el texto del Padrenuestro, entre las 7 expresiones usadas se detiene a subrayar justamente la del perdón fraterno: “Si de hecho ustedes perdonan a los otros sus culpas, su Padre que está en los cielos lo perdonará también a ustedes; pero si ustedes no les perdonan a los otros sus culpas, tampoco su Padre les perdonará las suyas. Encontramos aquí la soldadura entre el amor por Dios y aquel por el prójimo. Amor llama al amor, el perdón llama al perdón”.

Recordando luego la parábola del siervo sin piedad, que no perdona una pequeña deuda a un colega suyo, después de haber recibido de su patrón un condono enorme, el pontífice subrayó: “si no te esfuerzas en perdonar, no serás perdonado; si no te esfuerzas en amar, tampoco serás amado”.

Jesús -concluyó- pone en las relaciones humanas la fuerza del perdón. En la vida no todo se resuelve con la justicia. Sobre todo, donde se debe colocar una barrera al mal, alguien debe amar más allá de lo debido, para recomenzar una historia de gracia. El mal conoce sus venganzas y si no se lo interrumpe arriesga difundirse sofocando al mundo entero.

A la ley de talión -lo que me hiciste a mí, yo te lo restituyo a vos- Jesús lo substituye con la ley del amor: ¡lo que Dios me dio a mí, yo lo restituyo a vos!

Dios dona a cada cristiano la gracia de escribir una historia de bien en la vida de sus hermanos, especialmente de aquellos que han hecho algo disgustoso y equivocado. Con una palabra, un abrazo, una sonrisa, podemos transmitir a los otros lo que hemos recibido de más precioso: el perdón”, finalizó el Papa.

Fuente: AICA

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