Con sus mejillas infladas y la campana de su típica trompeta a 45 grados, Dizzy Gillespie es un rostro inconfundible de la música. Cultor del bebop, y de la fusión, logró ampliar el universo del noble género del jazz.
John Birks Gillespie, nació el domingo 21 de octubre de 1917 en el estado de Carolina del Sur de los Estados Unidos. Fue el menor de los nueve hijos de una familia donde su padre, albañil de profesión, tocaba el piano en una orquesta de aficionados.
Su primer instrumento fue el trombón pero tuvo que dejarlo porque sus cortos brazos le impedían tocar todas la notas. A los catorce años empezó a practicar con una trompeta de un vecino y su afición por el instrumento se consolidó al estudiar música.
Gillespie se fue a New York y allí conectó con la orquesta de Teddy Hill. En una sesión de ensayos de la orquesta, Hill le puso el sobrenombre que ya nunca le abandonaría de por vida: “dizzy”, vertiginoso.
Dizzy era de ideas fijas y siempre tuvo entre cejas la idea de formar su propia orquesta que formó en 1946 con la ayuda de varios músicos que creían en su proyecto. En 1947, la revista “Metronome” lo designa como mejor trompetista del año, Graba ritmos caribeños con su propia banda, como el exitoso “Manteca”.
En 1956, el Departamento de Estado, le confía la labor de actuar como embajador musical de los EE.UU. por Oriente Medio, Grecia, Yugoslavia y finalmente Sudamérica, en una banda formada expresamente para la ocasión. Gillespie, era un relacionista, por eso lo eligieron como difusor de la buena voluntad y la música estadounidense.
De su pluma han salido temas tan famosos como “Salt Peanuts”; “Groovin’ High”; “Be-Bop”; “A Night in Tunisia” y muchísimas otras extraordinarias composiciones que han dado larga gloria al jazz. Dizzy Gillespie hizo y hace feliz a mucha gente con su música.
La trompeta de campana doblada comenzó en 1953 cuando alguien cayó sobre su instrumento detrás del escenario. A Dizzy le gustó tanto el sonido del instrumento alterado, que sus trompetas fueron hechas especialmente a partir de ese momento.
Su legado lo recordamos en esta declaración del propio Gillespie, “La música de Charlie Parker y yo sentó las bases para toda la música que se está reproduciendo ahora … Nuestra música será la música clásica del futuro “.