Ha habido contactos directos entre Donald Trump y Kim Jong-un. Habrá una cumbre en mayo. Buenas perspectivas y también incógnitas.
Luego del anuncio de la disponibilidad de Corea del Norte a negociar su desnuclearización ha habido contactos directos entre el líder norcoreano Kim Jong-un y la Casa Blanca que han confirmado la disponibilidad de los asiáticos al diálogo. Eso abre perspectivas hasta el momento inéditas para la región coreana.
Buenas perspectivas, pues, pero a la vez también incógnitas acerca de lo que cada uno pretende de la contraparte. En los contactos, el presidente Donald Trump ha especificado que el objetivo de la reunión que se llevará a cabo en mayo debe ser el de abandono de las armas nucleares por parte del régimen de Pyongyang. Pero tal objetivo no puede obtenerse sin algo a cambio. Puesto que los norcoreanos se sienten permanentemente amenazados por Washington, es probable que la moneda de cambio sea el retiro de las tropas norteamericanas (más de 30 mil efectivos) de Corea del Sur.
Hay más incógnitas acerca de cómo proceder a la desnuclearización: un proceso paulatino, bajo la supervisión de observadores o algo más inmediato. No se trata de un proceso tecnológicamente simple. Que haya habido manifestaciones de disponibilidad a negociar por parte de Kim Jong-un, no asegura que el giro final de esta situación sea exitoso.
Otro factor que está haciendo complejizando el armado de la cumbre entre los dos líderes, es la guerra comercial que la Casa Blanca ha emprendido contra China, que ha sido un factor clave para inducir a Kin Jong-un a negociar. Una decisión muy poco sabia de Trump (una más), que puede obstaculizar el proceso de pacificación en la península de Corea. Una noticia, esta última, largamente esperada.