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Ampliamos parte del impacto que significó Cosmos, la saga que popularizara Carl Sagan, estrenada el 28 de septiembre de 1980. Fue una serie de 13 capítulos de una hora de duración. Contra los pronósticos imperantes, Cosmos rompió infinidad de récords de audiencia alrededor del mundo, y permitió a millones de personas acercarse de manera emocional e intelectual a los grandes misterios del universo.
Sagan, quien en ese entonces ya se había distinguido en la investigación planetaria y en la divulgación científica, por lo cual recibió el premio Pulitzer, logró capturar la atención del televidente con asombrosas secuencias computarizadas, acompañadas de una música memorable, como la cortina de Vangelis.
Esto ya hablaba de una concepción moderna y amena de la ciencia para los televidentes. El germen que hubo de madurar nació en la mente de Carl Sagan en 1976, durante el descenso de las naves Viking 1 y 2 al planeta rojo, luego del total desinterés de los medios de comunicación para cubrir la llegada de una sonda robótica a Marte.
Retomando conceptos de otras series documentales como Civilización o El ascenso del hombre, Sagan se embarcó en un proyecto de 3 años en los que viajó alrededor del mundo, explorando la historia humana en relación a la del mismo universo. Agujeros negros, ADN, o la posibilidad de la existencia de civilizaciones extraterrestres fueron algunos de los temas abordados con una gran claridad y profundidad.
Producida sobre el final de la guerra fría, Cosmos reflexionó sobre las consecuencias de una guerra nuclear para la humanidad, pero también en el cambio climático, adelantando algunos de los efectos que hemos experimentado. Probablemente hubiese incluido otros temas que en este cuarenténico siglo son moneda corriente.
La serie televisiva Cosmos fue vista en 60 países, por aproximadamente el 3% de la población del planeta Tierra. El libro Cosmos, permaneció durante 70 semanas como “bestseller” en The New York Times, convirtiéndose en uno de los libros de ciencia más vendidos del siglo XX.
Cosmos no sólo fue un gran éxito comercial, sino que cumplió su labor de acercar a muchas personas a interesarse por la ciencia. Así varios estudiantes se inclinaron a estudiar física y astronomía en años posteriores. Uno de los objetivos de Sagan, era combatir la información falsa y la charlatanería, promoviendo la formación del espíritu crítico. De allí que proponer al 28 de septiembre como dia internacional de la cultura científica resulte justo y necesario.
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