En marcha el proceso que permite la reinserción a la vida civil de 7 mil ex guerrilleros de las Farc. Las armas se fundirán para realizar monumentos.
Desde los 26 lugares de concentración de las ex FARC van hacia Bogotá los contenedores con las armas utilizadas por los guerrilleros durante los años de conflicto armado. Se las fundirá para realizar tres monumentos a colocar en una población colombiana, todavía no definida, otro en la sede de la ONU en Nueva York, y otro en La Habana (Cuba), país que ha hospedado los diálogos entre el Gobierno de Colombia y la ex guerrilla.
Según los acuerdos de paz, los lugares de concentración serán transformados se convertirán en Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación, para que siete mil mujeres y hombres, durante años vivieron dedicados a la guerra sean alfabetizados o avancen en sus conocimientos y estudios, siguiendo programas que les permitan incluso realizar proyectos productivos.
Una vez que los contenedores dejan los lugares de concentración (en Colombia se les dice veredales), las fuerzas públicas de seguridad, con la ayuda del ejército donde sea necesario, asumen el control de la zona. En algunos casos están previstos dispositivos de seguridad para especiales, en particular donde las nuevas bandas criminales se han manifestado activas. El objetivo es doble: por un lado, asegurar la presencia del Estado y, por otro, evitar que los ex guerrilleros sean víctimas de la violencia de estos grupos, en gran parte formados por ex paramilitares dedicados al delito.
Ya ha habido varios ex guerrilleros asesinados en estas semanas. El fin del conflicto ha neutralizado uno de los frentes, sin duda, el más importante, pero no ha pacificado el país. La importancia estratégica del acuerdo paz es que permite dedicar al orden interno la gran parte de fuerzas de seguridad antes concentradas en la guerra. No será fácil, ni se conseguirá pronto el resultado esperado, también por ser el colombiano un territorio distribuido en cordilleras, selva y bosques espesos, de difícil alcance.
Hay toda una logística en torno a la pacificación. Los campamentos que hospedan a los 7 mil milicianos se transformarán en pequeños barrios para favorecer el regreso y la inserción a la vida civil. Habrá aulas, canchas que, precisamente para la inserción, serán compartidas con la población civil. Hay que tener presente que muchos ex milicianos no tienen otro lugar donde ir. Por ello está previsto que también recibirán una renta mensual (el 90% del salario mínimo) más una suma para compras básicas (ropa, utensilios).
La ONU asegurará su presencia con el despliegue de su personal de la misión especial en dos fases, la primera que abarca la entrega de las armas y la predisposición a la inserción termina el 25 de setiembre, y luego seguirá una segunda, para continuar el monitoreo de lo establecido.
Se sabía que este proceso no sería fácil, ni corto. Décadas de violencia generalizada no transforman un territorio en un páramo pacífico de un día para otro. Pero se está en marcha.