“Chile tiene la experiencia de rescatar la solidaridad en los momentos difíciles”

“Chile tiene la experiencia de rescatar la solidaridad en los momentos difíciles”

El aporte del secretario ejecutivo de la Fundación Cardenal Raúl Silva Henríquez, Nello Gargiulo.

Hay muchos factores que dificultan la comprensión de cómo Chile, un país que en los últimos años ha sido visto como modelo de estabilidad y desarrollo para toda América Latina, se ha visto golpeado fuertemente en sus cimientos más profundos, en la última semana.

Oficialmente, la chispa de este virulento brote de vandalismo la conocemos: el aumento de aproximadamente 30 pesos chilenos del boleto del metro. La protesta comienza con los jóvenes, con una primera fase de “evasión voluntaria”, obligando a intensificar la supervisión del acceso a las puertas de ingreso. Luego, de manera explosiva, se suceden una serie de actos de verdadero vandalismo, de forma simultánea en todas las líneas del ferrocarril subterráneo metropolitano, teniendo como consecuencia un cuadro desolador de destrucción masiva, que nos permite pensar en una organización estructurada, que fue estudiada durante mucho tiempo, hasta encontrar el momento ideal para crear una verdadera revuelta, apostando al descontento, como elemento aglutinador.

¿Quiénes han podido ser los verdaderos protagonistas? 

En primer lugar, podríamos aventurar: los pobres, los que carecen del mínimo para sobrevivir y poco tienen que perder. Esta hipótesis no tendría mucho asidero, ya que uno de los méritos del modelo económico aplicado en Chile desde la década de 1980, es el de haber reducido la pobreza extrema en el país, del 40 al 8%. Las palabras pronunciadas por Juan Pablo II en su memorable visita a Chile en abril 1987, justamente en la Cepal cuando une la Palabra Solidaridad a la Economía las palabras que pronuncia en aquel contexto “Los que nada tienen no pueden aguardar un alivio que les llegue por una especie de rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad” vuelven a poner en la agenda la profunda conexión que debe existir entre la justicia conmutativa y la justicia distributiva.

Fueron los propios estudiantes chilenos que asistieron a la Universidad de Chicago en los años 60 y 70 que aplicaron el modelo que aprendieron. El gobierno militar de la época los reclutó para transformar y organizar la sociedad chilena con modelos de descentralización, privatización y regulaciones con el fin de favorecer iniciativas libres y diversificadas y atraer capitales extranjeros y fondos de inversión, especialmente en aquellas áreas que habrían llevado el país a la modernización. Comunicaciones, minería, agricultura, pesca, cultivo del salmón, etc. Hasta generar fuertes corrientes de exportaciones en los mercados especialmente de la cuenca del Pacifico. Paralelamente, se produce una expansión y desarrollado con servicios eficientes y modernos, que serán la bandera para el paso de Chile de un país subdesarrollado y campesino a un país en desarrollo. Conocemos los datos del crecimiento de la economía chilena y cómo los saldos macroeconómicos han mantenido las arcas fiscales con niveles de solvencia que, en los períodos de recesión (1998-2009-2010) han contenido las repercusiones en el empleo y la misma estabilidad económica.

¿Entonces qué pasó?

La que parecía ser una economía perfecta que contribuyó al desarrollo del país, que permitió elevar el nivel de educación en unas pocas décadas, hoy se encuentra ”imputada” con niveles de consenso cada vez más transversales, de haber provocado en estos años situaciones de oligopolios que en definitiva son los que detienen la mayoría de los recursos económicos. No olvidemos un dato de la economía chilena: el sector que más produce el PIB, cerca de un 70%, solo emplea un 20% de la mano de obra.

El Lázaro del tiempo de Jesús, que se alimentaba debajo de la mesa, esperando las migajas que caían de los banquetes, tras las multitudinarias marchas de estos días, reclama estar sentado en la mesa. A Los trabajadores y a los sirvientes no solo les toca preparar el banquete sino tener la posibilidad de degustar lo que ellos mismos preparan. Todo esto parece haber sido percibido por el presidente de la República, Sebastián Piñera, al coro unánime de la calle que ha pedido revertir la situación: la riqueza que el país ha sido capaz de producir debe circular evitando que el país mismo se asfixie.

Gobierno – Política – Sociedad Civil – Mundo Económico

Las declaraciones del presidente Piñera de perdón por esta grave omisión de no haber percibido los problemas de los jubilados; los altos costos de los medicamentos; las carencias en la protección social, y los bajos niveles salariales, deberán ser considerados de manera asertiva, al momento de conformar, por lo menos en lo inmediato, un equipo de gobierno que sea capaz de involucrarse en los problemas y dejar de lado las rigideces del modelo económico chileno, donde se considera al Estado como un mal administrador.

El sentido de la política en un sentido global, es el bien común y el Estado debe asegurar el bien público, es decir, todo aquello que va en favor de los ciudadanos. Chile ha cambiado rápidamente en los últimos decenios, hasta la expectativa de vida ha aumentado de 10 años y con esto también, nuevos problemas, que se deben enfrentar eficazmente y que hasta ahora el ”modelo” casi religiosamente aplicado, ha generado un grado de insensibilidad, provocando un creciente individualismo, con el cual, el bien individual pareciera debe construirse únicamente en un ring: uno en contra de otro y no al revés: el uno para el otro. Los ministros Fontaine y Hutt en sus apreciaciones: ”levantarse más temprano” y la decisión del ”aumento ya ha sido tomada” solo manifestaron la coherencia con su ”fe” en el modelo, que en este caso aplicaba un alza de tarifa, para que no hubiese déficit y asegurar el plano de expansión del metro. La verdadera disculpa debería ir en la línea de reconocer que los servicios públicos, como la salud, la educación y la previsión social entre otros, requieren dejar de lado esta lógica del pragmatismo para entender como no seguir alimentando la segregación social, no castigar a las personas que reciben ingresos bajos y, para las cuales los servicios básicos se convierten en lucha para la subsistencia.

Un «giro copernicano» deben realizar tanto el gobierno como la oposición, con un Congreso que deberá poner las bases para unir los consensos necesarios entre las fuerzas políticas y los políticos. El parlamento actual se verá obligado a encontrar los ejes trasversales que aseguren gobernabilidad, estabilidad democrática y reformas al mismo tiempo. Una suerte de ”mayoría del cambio”. En una república parlamentaria, en un caso como éste, podría surgir un nuevo tipo de gobierno, sin embargo, en el régimen presidencial chileno, en un momento de crisis, la estabilidad está sujeta a la habilidad del presidente para manejarla.

Los sectores sociales y gremiales, también tendrán que hacer su parte, con disponibilidad al diálogo y potenciando su capacidad de promover iniciativas solidarias. Los grandes, pequeños y medianos empresarios, que tienen solvencia en sus empresas, tendrán que plantearse en cómo responder a las necesidades sociales y no dejar solo al gobierno en esta tarea. Los recursos que se recaudan con los impuestos por sí solos no son suficientes.

Una buena reforma fiscal debe ser acompañada también de una dosis de conversión y disponibilidad personal a compartir con el entorno y las necesidades de los que tienen menos. La economía debe redescubrir su rostro humano; la empresa paralelamente a los bienes materiales que necesita y a su vez produce, no debe abandonar la dimensión de los bienes relacionales que le garantizan ser una comunidad de personas.

Los Grandes Carismas, por un rostro humano de la Economía y de la Finanza

Los sectores de la Iglesia Católica también deben salir a la palestra especialmente con sus Universidades, para incentivar estudios sobre una Economía con el rostro humano en la línea de lo que el Papa Francisco ha trazado para marzo del 2020, convocando en la plaza de la Basílica de Asís a economistas y empresarios jóvenes de todo el mundo. La Economía franciscana, promovida por el Papa Francisco, es aquella que tuvo su inicio cuando aún vivía el ‘pobre de Asís’, en esos tiempos con los dineros de las colectas que sobraban a la vida del convento, se hacía un fondo para financiar las actividades de los artesanos (y reducir los efectos de la usura), además se utilizaron para confeccionar miles de mantos para los 5.000 frailes que se reunieron en Asís, cuando San Francisco aún vivía.

Fue tan fuerte esta experiencia, de la necesidad del buen uso del dinero, que en el siglo XV fue un fraile italiano, Luca Bartolomeo de Pacioli, que con el fin de controlar económicamente y financieramente su empleo, inventó el principio de la partida doble en contabilidad. De esta semilla nacen los primeros ”Bancos de Piedad”. Posteriormente, con la Reforma Protestante, se separa la vida de la Fe, como el requisito principal para la salvación, de las obras de caridad, esto tendrá relevantes consecuencias en los pensadores económicos, que como Adam Smith desarrollarán la idea que el bien común, es la sumatoria de los bienes individuales. No obstante lo anterior, otros intelectuales como el abad economista Antonio Genovesi, sostendrán que la producción económica, que ya se hacía presente en los grandes recintos de la Revolución Industrial, debía privilegiar los ‘bienes relacionales’ para asegurar la felicidad como parte del proceso productivo. Hoy este pensamiento está siendo reconsiderado por diversos economistas. El neoliberalismo lo considera una postura ingenua, ya que éste solo mide la dimensión material.

Economía y finanza, dos caras de la medalla del desarrollo productivo que necesitan volver a complementarse. Hoy resulta muy fácil trasladar los recursos financieros en vez de apurar las actividades económicas que requieren tiempo para implementarse o reconvertirse.

Chile debe cuidar su sistema productivo y volver a pensar el sistema financiero, que está también sometido a la difícil gobernabilidad de la Globalización, que impone sus reglas, no obstante las políticas de los gobiernos nacionales.

En Chile, habrá que preocuparse de que todo modelo económico asuma un rostro humano. Se debe comenzar con corregir las formas de Oligopolio (a partir de las que tienen relación con los servicios sociales y bienes más sensibles) que son las que llevan a la concentración de la riqueza, apuntando a políticas de un mayor desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, que deben estar en condiciones de competir con las grandes, tanto en calidad, como en precios. El sector Vitivinícola es un buen ejemplo: grandes y pequeños conviven con precios competitivos y calidad cada vez superior.

Una economista, sor Alessandra Smerilli (FMA), es la primera mujer consultora nombrada por el Papa para los asuntos económicos del Vaticano (hasta ahora siempre en manos de hombres de finanzas e ‘iluminados Prelados’), es una economista especializada, que considera las obras con fines Ideales como la “otra mitad de la economía” y apunta a que los dividendos sean considerados también como bienes relacionales, porque los materiales cumplen su misión con el fin de la obra. Para esto, propone incentivar a que capitales humanos y recursos económicos circulen. Además de la lectura de su trabajo emerge también como una sensata igualdad de género, también ayudaría en humanizar la economía y la empresa.

El lucro se convierte en malo cuando no circula. Las columnas de las páginas financieras de los diarios cuando cada trimestre publican los resultados económicos de las empresas del IPSA, deberían agregar una columna que tenga algún índice de devolución a la comunidad. El balance social y la responsabilidad social empresarial, son la base para medir la sanidad de una empresa; la devolución a la comunidad de un porcentaje del patrimonio producido pertenece a la esfera de la denominada gratuidad y justicia, que a la luz de la revolucionaria semana (más de uno habla de Revolución Francesa a la Chilena…) se convierten en un elemento previsor, para la mantención de la paz y el fortalecimiento de la cohesión social.

Una cultura del dar y de Comunión en la senda de la Economía y de la Política 

Este sería un gran paso justamente en la línea de la solución de aquellos problemas que el modelo ha generado. La economía chilena necesita integrar las visiones de una economía que tenga un grado de comunión, y en esto puede llegar en auxilio también la luz de la fuerza carismática de Chiara Lubich, cuando en el año 1991 en Brasil propone el modelo de Economía de Comunión que se fundamenta en abrir las utilidades de las empresas que las tienen en destinar un porcentaje para las necesidades de los más pobres, otro para asegurar una buena educación que siempre eleva la dignidad y la eficiencia y el tercero como es obvio, para ampliar la esfera productiva de las empresas. No se trata de aumentar impuestos solo apelar a la capacidad humanada también de dar.

Levántate Chile: tu lma tiene ese ADN

Chile podrá levantarse y tiene experiencias de rescatar la solidaridad en momentos difíciles y alrededor de los pilares de su alma de patria, tal como los describía el recordado Silva Henriquez en uno de esos Tedeum ecuménicos, en los cuales los problemas de la patria se hacen invocación a Dios reconociendo justamente los límites humanos para mantener la Justicia y la Paz. La fe cristiana; los anhelos de libertad y los apegos al orden jurídico; no permitirán (siempre según el recordado cardenal) el prevalecer de los ídolos del consumismo; las opresiones foráneas de grupos que podrían intentar desestabilizar el país y no dejarán espacios a formas de anarquía que pudiesen aparecer.

Bajo esta mirada, habrá que escuchar a quienes invocan cabildos para pensar en una nueva institucionalidad, para que sea un diálogo no entre sordos, sino productivo y convincente. Las propuestas también tendrán sensatez y las respuestas de los que podrán aportar los recursos necesarios generosos como ya parece empezar esta cruzada con los compromisos anunciados por varios empresarios.

  1. Yerko Simicic Vernet 6 noviembre, 2019, 19:34

    Excelente es una luz potente que nos ilumina en en estos momentos críticos de antagonismo y polarización que se pretende retroceder en los años 70. Unos son los buenos y los otros los malos. Me recuerdo lo que nos confidencio el Cardenal Silva Henriquez a un grupo de profesores que le advirtió y aconsejo personalmente al Presidente Allende que desacelerar los cambios. Que dejara espacio para los otros gobiernos de lo contrario podría inquietar a la derecha y generar un caos. Y lamentablemente así fue. Roguemos a Dios que las palabras del Secretario Ejecutivo de esta hermosa Fundación lleguen al Gobierno y a todos los actores Políticos, Sociales y Empresariales de nuestro querido y sufrido país.
    Yerko Simicic Vernet

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