La designación de su hermano como embajador en la Argentina reflotó el debate sobre la presencia de parientes de los presidentes en cargos públicos.
La decisión del presidente de Chile, Sebastián Piñera, de nominar a su hermano Pablo como embajador en la Argentina ha suscitado un vivo debate en el país.
El nombramiento ha sido defendido por el Gobierno asegurando que la decisión se tomó basados en el perfil y el currículum de la persona nombrada, quien militó por más de 30 años en la Democracia Cristiana. Desde el Ejecutivo se señaló, además, que la designación no era comparable con un caso de nepotismo y desde el oficialismo se recalcó que se trata de una facultad propia del mandatario. Por otra parte, se recalcó que Pablo Piñera ha tenido una carrera destacada y conocida en el sector público poseyendo los requisitos para ejercer el cargo. Un reconocimiento de requisitos y de una adecuada capacitación provino incluso de sectores de la centroizquierda como el ex ministro José Miguel Insulza que, en este sentido, no mencionaron que se tratara de nepotismo.
Las críticas parecen haber enfriado el nombramiento, pese a que el oficialismo lo daba como definitivo, puesto que Pablo Piñera no ha viajado con el presidente a la Argentina, en su visita oficial.
Sin embargo, otros sectores han anunciado que recurrirán a la Contraloría General de la República para que revise la legalidad de la designación respecto a Ley General de Bases de la Administración Pública, la cual establece la inhabilidad para quienes tengan lazos de parentesco con el responsable del organismo al cual el sujeto en cuestión está postulando.
Lo que más se critica en este caso, es la actitud del presidente Piñera quien durante la campaña electoral criticó a la líder de la Democracia Cristiana, Carolina Goic, por la presencia de varios miembros de su familia en la administración pública.
Desde la ex coalición oficialista Nueva Mayoría, se soslaya la presencia de varios parientes de la ex presidenta Michelle Bachelet en cargos públicos, entre ellos su propio hijo, por más que se tratara de una función honoraria.
Ni en este caso, ni anteriormente se puede hablar de nepotismo, sino más bien de la oportunidad de proceder en nombramientos polémicos, en un ambiente como la función pública la reiteración de apellidos es muy frecuente. Criterios de transparencia y protocolos adecuados para estos casos, deberían ser aplicados escrupulosamente para preservar a las instituciones de los riesgos de favoritismos político.