Este 29 de octubre celebraremos la fiesta de la beata Chiara Luce Badano.
Esta celebración es una luz en nuestro camino, la beata Chiara Luce Badano y también el beato Carlo Acutis (que celebramos el pasado 12 de octubre) nos enseñan que la santidad es posible en la vida cotidiana y a corta edad. Si estás leyendo este texto, te recuerdo que también es para vos esta invitación. Dios te llama a vivir un camino de santidad. Seguramente estás pensando: “¿Yo, vivir la santidad? Es imposible, estoy lejos de llegar a esa meta.” Ahora quiero decirte que es posible, contás con la ayuda de muchos beatos y santos que quieren ser tus compañeros de camino.
En esta oportunidad quiero presentarte a dos amigos que me acompañan en esta aventura de la santidad. Ellos son Chiara y Carlo, dos jóvenes que decidieron vivir su vida en plenitud bajo la presencia de Dios, es decir, decidieron amar a Dios en el encuentro intimo con la Eucaristía y a través de la oración diaria y también en el encuentro con los hermanos más necesitados. Dios nos acompaña a todos pero tenemos que tomar la decisión de dejarnos amar por él y de amarlo también. Conversando con algunos jóvenes sobre la santidad, me dijeron: “Es muy difícil llegar a ser santo. Yo no creo llegar a la santidad” y mi respuesta fue: “Lo más importante es dar el primer paso, ese primer paso es tomar la decisión: QUIERO SER SANTO. En el camino vamos a tropezar, nos vamos a encontrar con tentaciones y caeremos en el pecado, pero ánimo, a levantarse y seguir adelante hacia la meta de la santidad, no tenemos que olvidar que en este camino nos acompaña la misericordia de Dios”.
Chiara y Carlo decidieron vivir la santidad sin alejarse de su realidades temporales y cotidianas. La beata Chiara nació el 29 de octubre de 1971 y falleció el 7 de octubre de 1990; el beato Carlo nació el 3 de mayo de 1991 y falleció el 12 de octubre de 2006, vidas muy cortas, 18 y 15 años respectivamente, cortas pero vividas con mucho amor.
Cuando eran niños los dos tenían muchos juguetes y decidieron compartirlos con los demás, con aquellos niños que no tenían la misma posibilidad que ellos. También a temprana edad los dos se encontraron con el amor de Dios y decidieron abrazarse a él con mucha pasión y anunciar ese gran amor a los demás. Recordemos algunas frases de ellos que manifiestan esta gran decisión: “Por ti Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero” (Chiara); “Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida” (Carlo).
Se los recuerda como jóvenes alegres, extrovertidos y generosos. A ambos les gustaba la música, algunos testimonios afirman que Chiara tenía una voz hermosa, le gustaba cantar y bailar, Carlo aprendió a tocar el saxofón y en algunos videos también lo vemos cantando y bailando. Estos jóvenes también eran aficionados a los deportes, ella realizó prácticas de patinaje y se destacó en tenis; Carlo disfrutaba de jugar al fútbol con sus amigos, también le gustaba esquiar. Otra coincidencia es que los dos disfrutaban mucho la montaña y el mar, les gustaba el senderismo y la natación, de los dos se encuentran registros zambulléndose en el agua con alegría.
Estos jóvenes son un gran ejemplo de caridad, compartían la comida que llevaban a la escuela con los más necesitados y ahorraban dinero para donarlos a los más pobres.
Sus vidas también se unen por la enfermedad y el dolor. A Chiara le diagnosticaron sarcoma osteogénico con metástasis (cáncer de huesos) y a Carlo le diagnosticaron leucemia de tipo M3, una de las más invasivas. Pero la enfermedad no fue un obstáculo para seguir amando y ofreciendo a Dios sus vidas. Cuando las enfermeras le preguntaban a Carlo como se sentía, él respondía: “Bien, otros sufren más que yo”, quienes lo asistían se sorprendían de esta respuesta porque sabían que esta enfermedad producía fuertes dolores y también expresó: “ofrezco mis sufrimientos por la Iglesia y por al Papa para no tener que estar en el purgatorio y poder ir directo al Cielo”. La enfermedad de Chiara estaba muy avanzada y los médicos decidieron administrarle morfina pero ella se negó diciendo: «Reduce mi lucidez y hay una sola cosa que puedo hacer ahora: ofrecer mi sufrimiento a Jesús porque quiero compartir su sufrimiento en la cruz lo máximo posible».
Estos jóvenes lo ofrecieron todo y partieron con la certeza de que iban al encuentro con su gran amado: Jesús, a quien recibieron en la Eucaristía en sus últimos días en esta tierra.
Sus últimas palabras fueron: “Cuando me prepares tendrás que repetir: Ahora Chiara Luce ve a Jesús. ¡Adiós mamá! Que seas feliz porque yo lo soy” y “Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo minuto de ella en cosas que no le agradan a Dios”.
¿La santidad es posible? ¿Te queda alguna duda? Decídete a amar a Dios y al prójimo y veras que es posible. Si me preguntan qué se necesita para ser santo, en pocas palabras me animo a decir que se necesita un corazón enamorado y entregado.
Que por la intercesión de los beatos Chiara y Carlo Dios nos colme de las gracias que necesitamos.
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