El arzobispo Scicluna y su colaborador han concluido el ciclo de reuniones agendadas para investigar graves acusaciones contra el obispo de Osorno.
Pese a una accidentada estadía en Chile del arzobispo de Malta, Charles Scicluna (foto), enviado por el papa Francisco para escuchar las acusaciones de encubrimiento de los abusos cometidos por el sacerdote Fernando Karadima, los contactos con los abusados siguen su curso y han generado una sensación altamente positiva entre las víctimas.
Scicluna pudo reunirse en New York con uno de los acusadores, a su vez víctima de los abusos, y durante varias horas pudo dar espacio a la chocante experiencia vivida por la víctima. Sucesivamente se trasladó a Chile, donde tuvo oportunidad de recibir a otro de los abusados, luego de lo cual tuvo que ser internado de urgencia por problemas biliares, lo que determinó que se le extrajera la vesícula. En las próximas horas, será dado de alta del sanatorio donde ha sido internado.
Sin embargo, la labor de recibir a las víctimas y la documentación presentada ha seguido en estos días a cargo del sacerdote Jordi Bertomeu que acompañaba a Scicluna en esta delicada tarea. Todos los acusadores han señalado unánimemente que el rostro de la Iglesia mostrado por Scicluna y Bertomeu ha sido empático y acogedor, con una actitud de escucha atenta. Varios de ellos han incluso señalado que ello ha contrastado con la actitud demostrada por las autoridades eclesiásticas locales. “Por primera vez nos escucharon”. José Murillo, otra de las víctimas de Karadima, destacó que hasta el momento se les había cerrado las puertas “sistemáticamente”. También ha calificado esta nueva investigación como “un proceso serio”.
Respecto del obispo Barros, una delegación de feligreses de la diócesis de Osorno, presentó ayer una voluminosa documentación en la que se fundamentan las razones por la que se rechaza que el prelado haya sido nombrado a la cabeza de esa iglesia local.
Barros es acusado de haber encubierto y hasta haber participado de los abusos cometidos en perjuicio de las víctimas de Karadima, siendo uno de los sacerdotes miembro de la organización fundada en la iglesia del Bosque, en Santiago. Varios de los abusados, señalan que en algunos casos presenció esos actos inmorales.
Es llamativo que los acusadores estén destacando el haber sido escuchados y recibidos con atención, siendo que hubo en su momento un proceso canónico con las relativas investigaciones, que incluso llegó a condenar a Fernando Karadima. El peso de las pruebas fue tal que el tribunal eclesiástico rechazó su apelación. La condena tuvo que ver con actos inmorales calificados como efebofilia y no como pedofilia, ya que cuando se verificaron los abusos las víctimas tenían 17 años.
Por ahora, siendo una fase investigatoria, no ha habido declaraciones por parte de Scicluna y de su colaborador, Bertomeu. Se sabe, confirmado por las autoridades episcopales, que se concluyó la agenda de reuniones con víctimas y acusadores. Su presencia ha producido alivio y esperanza entre los que pretendieron llevar el caso Karadima a un más completo esclarecimiento.