En la triste Noche de los bastones largos, que sucediera el viernes 29 de julio de 1966 en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, la presencia del profesor estadounidense Warren Ambrose fue esencial. Decimos esto, porque Ambrose fue diligente. Ni bien finalizaron las agresiones al cuerpo de alumnos y profesores que fueron apaleados, se apresuró a redactar los hechos en una carta que dirigió velozmente al editor del diario The New York Times.
Recordemos el contexto, no había internet, ni fax. La escribió a máquina y se las ingenió para hacerla llegar velozmente.
Lo cierto es que arribó a destino, y como si esto fuera poco, el miércoles 3 de agosto de 1966, el New York Times publicaba su texto íntegro.
Esto provocó que muchos otros medios levantaran y difundieran la noticia. De este modo, la caída a pique de la universidad argentina se conoció en forma casi inmediata. Podríamos decir que se viralizó en tiempos donde no teníamos las facilidades del siglo XXI. Todo a partir de una simple y bendita carta. El poder de las palabras, y las personas indicadas en ambos extremos del continente.
