El presidente Evo Morales renunció luego de un demoledor informe sobre irregularidades en las últimas elecciones y presionado por las Fuerzas Armadas.
El desenlace de la situación política no es el esperado, por cierto. Los saqueos y destrucciones por parte de partidarios y detractores del (ahora) ex presidente Evo Morales han ensombrecido las últimas horas y, todavía más, las presiones ejercidas por la policía y las Fuerzas Armadas para que el mandatario renunciara. Varios ministros han sufrido la quema de sus casas, así como figuras críticas del gobierno, es el caso del Defensor del pueblo cuya vivienda fue incendiada en Potosí. La cuestión llevó a la masiva renuncia de Morales, su vice, Álvaro García Linera, y también los presidentes de las dos Cámaras legislativas.
Por la mañana del domingo, Morales había aceptado la auditoría de la Organización de Estados Americano (OEA) sobre las elecciones que el 20 de octubre lo habían habilitado para un cuarto mandato. El informe, que el gobierno se había comprometido a acatar, fue demoledor constatando que el resultado no era confiable debido a una secuencia de graves irregularidades. A tal punto se detectaron hechos anómalos que la Fiscalía había dado la orden de aprensión contra varios miembros de las autoridades electorales del país, constando hechos incompatibles con el correcto ejercicio de tales funciones. Debido a dicho informe, el mandatario anunció la convocatoria a nuevas elecciones y la conformación de un nuevo Tribunal Electoral al que le corresponde convocar a nuevos comicios. La esperanza era que el anuncio llevara a la calma en un país en el que se multiplicaban los enfrentamientos entre militantes del oficialismo y de la oposición, en medio de un vacío provocado por el acuartelamiento de la policía. Aquí aparece un elemento clave: la policía siempre receló por la preferencia que Morales mostró para con las Fuerzas Armadas a las que trató de complacer durante sus mandatos. Su reacción parece motivada por estas razones. Lo que no deja de ser inquietante.
Sin embargo, tampoco deja de ser inquietante el comportamiento del propio presidente. Su intento de mantenerse en el poder ha irritado incluso a quienes en su momento lo han votado. Aunque se aceptara el dato electoral del 20 de octubre, que no lo es, su apoyo pasó del 60% al 47% de los electores. En febrero un 53% de los votantes dijo “no” a un cuarto mandato y eso era coherente con la letra de la Constitución, impulsada por el propio partido de Morales, el MAS, que limita a dos los mandatos. No había cómo candidatearse en las elecciones. Sin embargo, Morales desconoció ese resultado adverso y procedió a consultar el Tribunal Constitucional. Éste falló a favor de un nuevo mandato con una interpretación fuertemente cuestionable: la norma que limita los mandatos perjudicaría el derecho fundamental de libertad de participación política. En esta actitud prescindente tanto del voto popular como de la norma constitucional determinó un factor irritante que ha estado presente durante todo el fallido proceso electoral, al que se agregan irregularidades que confirman la denuncia de fraude por parte de su adversario más directo, el ex presidente Carlos Mesa.
Morales ha denunciado un golpe de Estado, mencionando incluso un orden de aprensión emitido supuestamente por un oficial policial. La policía ha desmentido tal orden, aclarando que corresponde a los fiscales emitirlos y que tales órdenes están dirigidas contra autoridades electorales y no contra miembros del gobierno.
La renuncia masiva de todas las autoridades tampoco parece reconocer la gravedad de la situación provocando un vacío de poder poco explicable por parte de quienes deberían hacerse cargo de la situación con sentido de responsabilidad. El legislativo deberá indicar quién ahora deberá suceder en el cargo: un nuevo presidente de una de las Cámaras o el de la Corte Suprema.
La historia no podrá negar que los 13 años de gobierno del primer presidente que se identifica con los pueblos indígenas, un sindicalista cocalero de humildes orígenes -quien durmió por primera vez en una cama siendo trabajador zafral en la Argentina-, ha tenido mucha significancia para Bolivia. Ante todo, el protagonismo de sectores sociales postergados desde siempre, y también una transformación económica que ha promovido el país como nunca en su historia. Tan solo hace veinte años, Bolivia era el país más pobre de América latina, superado en ello solo por Haití. Es de lamentar en este proceso, el error del MAS de querer transformar su ideario en un proyecto hegemónico con la intención de perpetuarse en el poder, sin tener en cuenta la presencia constante de una dura oposición a su gobierno.
Le mención de la oposición es necesaria. Se equivoca quien le atribuye solo intenciones de impoluta política. Hay en ella sectores de la derecha adicta a prácticas antidemocráticas y racistas, vinculada a sectores que décadas atrás han participado de privilegios injustos. Basta con ver el rol progresivamente marginal de Carlos Mesa, en estas semanas, apartado por dirigentes extremistas y poco propensos al diálogo político. Son parte de un sector que nunca ha comulgado con los elementales principios de justicia social que el MAS ha impulsado desde el gobierno. Es de esperar que los nuevos comicios puedan devolver la palabra al pueblo y que aparezca en el país un liderazgo que se ciña en los valores del bien común, más que en intereses particulares.
Alberto, con mucha humildad, creo que tendrías qué informarte mejor antes de escribir un artículo tan impreciso como este. Me extraña muchísimo conociéndote, y sabiendo de tu gran prestigio te animes a escribir algo sobre una realidad tan coyuntural, no conociendo el proceso que vivimos hora por hora durante 12 días.
Informennos usted entonces¿en que se equivoca la nota?
Lo previsto: incendiando casas de funcionarios, amenazando de muerte a ministros, o a sus familiares, a la hermana de Evo y el incendio de su vivienda, coímas provenientes de EEUU a través de Jujuy, el litio, petroleo y el gas son las vedett de este golpe de estado. Hoy le impidieron al Congreso Boliviano constituirse para la normalización institucional, quisieron arrestar (y la golpearon) a la vice presidenta primera de la Cámara de senadores para ser; como manda la línea sucesoria Constituciónal; proclamada presidenta transicional, tratar la renuncia de Evo Morales y Linera; y hacer los arreglos para convocar a elecciones, y es lo que a puesto todo en un estado de sedición y anarquía incontrolables. Esta es obra en primer plano de la administración Trump, esperemos que se allanen a la sucesión constitucional, y no se convierta en un baño de sangre. La causa de este golpe son los recursos naturales; en esto están complicados los funcionarios de la administración Trump. Sería sano no confundir el verdadero motivo, con las irregularidades que se utilizaron como excusa; y que estaban en vías de superación. Me parece que además agarrarse de estas es muy poco ético si consideramos las tropelías que se están cometiendo en la región sin mención alguna, de la nada imparcial OEA ni la CIDH, a saber Chile; Haití; Argentina; Colombia y otros. Me parece que seguimos sin mirar el bosque, con una tendencia morbosa a la demonización selectiva.