Apenas un millar de milicianos del Estado Islámico aún se defiende en el casco viejo de la segunda ciudad de Iraq, atrapados por 100 mil soldados iraquíes. Pero el avance es lento y las bajas muchas. Más de 180 mil civiles quedaron atrapados por los combates.
Los yihadistas tienen las horas contadas en Mosul, la ciudad iraquí que el ejército y la coalición liderada por los Estados Unidos están liberando de la ocupación del Estado Islámico.
El avance es lento, aunque la desproporción de las fuerzas no podría ser mayor: unos 100.000 soldados iraquíes (que cuentan también con milicias lideradas por iraníes chiitas), respaldado por el aire por los aviones de Estados Unidos, contra un millar de guerrilleros que controlan algunos barrios. El problema es que decenas de edificios han sido minados, por todos lados hay trampas y, además, hay coches y camiones bombas que todavía causan destrozos, al tiempo que desde los puntos más altos, los francotiradores siguen al acecho.
Los soldados planean liberar el hospital del casco viejo pero avanzar es difícil y el ejército iraquí trata de limitar las bajas, aunque éstos son importantes.
Según las Naciones Unidas, desde octubre medio millón de habitantes huyo de sus hogares, pero en los barrios controlados por el Estado Islámico todavía quedan más de 180.000 atrapadas por los combates y usadas como escudos humanos.
Se habla que la batalla concluirá en cuestión de días. También porque cunde la desmoralización entre los yihadistas que combaten sabiendo que difícilmente saldrán con vida.
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