Atletas de la fe

Atletas de la fe

Compartimos fragmentos del artículo de Alejandra Ocampo, Carrozas de fuego, el film olímpico por excelencia, donde a partir de una película, narra la trayectoria de dos deportistas británicos.

El film de Hugh Hudson, Carrozas de fuego (1981), está ambientado en los Juegos Olímpicos de París de 1924. La trama se centra en la performance de dos atletas británicos, Eric Liddell y Harold Abrahams. Una escena emblemática sucede en una playa, donde los atletas corren por la arena. La misma fue filmada en Saint Andrews West Sand Beach, la playa que rodea a la cuna del golf. 

El film resalta los valores de una sana competencia, y los requisitos para entrenar: esfuerzo y constancia. Es probable que si uno escucha solo la música del video, identifique la escena. Es una curiosidad, porque la música de Vangelis tiene sintetizadores, y está caracterizando a una película ambientada en la década de 1920, pero tiene ese plus que logra traspasar la epidermis del espectador, y emocionar.

Como dato adicional, la banda de sonido fue algo casi mágico, porque el productor, David Huttman, recibió un llamado de Vangelis, quien llegó con su cassette cuando la filmación ya había concluido. Pero el olfato de Huttman dio sus frutos, y Vangelis fue el autor de la Banda de sonido de Carrozas de Fuego. 

Acerca de los atletas protagonistas
Eric Liddell
nació en China, a principios de 1902.  Pertenecía a la Iglesia Reformada de Escocia, sus padres eran misioneros. Eric y su hermano se educaron en Londres, en un colegio pupilo. Allí se destacó como corredor y jugador de rugby, un deportista excepcional con una personalidad cautivante. Su misión era servir a Dios, no solo como predicador, sino a través del deporte. Eric Lidell es una persona muy querida en Escocia.

Harold Abrahams nació en Bedford, Inglaterra, a fines de 1899. Su padre era un inmigrante de origen judío proveniente de Lituania, un hombre que había hecho una pequeña fortuna. Harold arrancó con el atletismo a los 10 años. En 1920 participó en los JJ.OO. de Amberes, corriendo los 100 y 200 metros; pero pese a destacarse como atleta mientras estudiaba en Cambridge, sus resultados fueron pobres. Su talento chocaba con su escasa autoestima, debido al creciente antisemitismo en la sociedad británica. Esto lo motivaba a ir hasta el límite para demostrar sus capacidades.

Liddell y Abrahams se conocieron allá por 1923, en una competencia en Londres, donde Harold pierde frente a Eric, y ve cada vez más lejos la posibilidad de ganar una medalla olímpica. Es entonces cuando irrumpe en su vida Sam Mussabini, uno de los más reconocidos entrenadores de su tiempo, quien se encarga de trabajar sobre el potencial deportivo de Harold y sobre todo, fortalecer su mente, en durísimos entrenamientos, concentrándose sobre todo en los 100 metros.

Los atletas seleccionados parten hacia París. Un periodista le pregunta a Eric sobre su participación en las eliminatorias de los 100 metros, el domingo siguiente. El atleta se muestra sorprendido, porque competir un domingo iba en contra de sus creencias religiosas. Se mantuvo fiel a sus principios, no solo decidió no participar, sino que ni siquiera estuvo en el estadio; aquel domingo fue a predicar a una sede de la Iglesia Reformada de Escocia en París.

Mussabini acompañó a Harold a París, dejándolo con una fortaleza física y mental notable, ideal para salir a la pista a enfrentar en las finales de los 100 metros al americano Charlie Paddock, conocido por ese entonces como “el hombre más veloz del mundo”. Harold recordó el consejo de Mussabini: “pensar solo en el disparo de largada y la cinta de llegada”. El durísimo trabajo en los entrenamientos y la táctica de Mussabini dieron sus frutos; Harold fue la gran sorpresa al vencer en los 100 metros. 

El milagro de Liddell tuvo lugar un viernes, al batir el récord mundial en 400 metros. La escena finaliza con Liddell subido en andas por sus compañeros, frente al palco real.

La vida después

Eric Liddell y Harold Abrahams, en la vida real, siguieron caminos completamente diferentes.

Luego de su hazaña en París, Eric volvió a Escocia a retirar su título en Ciencias Exactas de la Universidad de Edimburgo, y fue recibido como un héroe por sus compañeros. Pero su destino estaba consagrado a Dios y pronto retornó a su lugar, China, para misionar en Tianjin. Allí se casó con Florence Mackenzie, con quien tuvo 3 hijas. En 1941, al estallar la guerra entre China y Japón, la embajada de Gran Bretaña les aconsejó que volvieran. Liddell decidió quedarse a ayudar en China y envió a su esposa embarazada y a sus dos hijas pequeñas a Canadá, sin saber que nunca volverían a verse, y ni siquiera conocería a su tercera hija.

En 1943 fue enviado a un centro de detención por las tropas japonesas; se dice que Winston Churchill intervino para facilitar su liberación, pero Liddell se negó y le dejó su lugar a una mujer embarazada. Eric Liddell tenía apenas 43 años cuando se murió en prisión, el 21 de febrero de 1945, a causa de un tumor cerebral.

Su vida post París 1924 se puede ver en la película On Wings of Eagles, con Joseph Fiennes. Abrahams continuó compitiendo hasta que una lesión en el pie le hizo abandonar su carrera deportiva. Finalizó sus estudios y se recibió de abogado en Cambridge, pero dedicó su vida a su pasión, el atletismo. En 1934 se casó con la cantante de ópera Sybil Evers, a quien conoció mucho después de 1924, aunque en el film se los ve juntos ya en ese tiempo y se la menciona como Sybil Gordon. Harold fue comentarista y periodista deportivo de la BBC, y en pleno apogeo del régimen nazi, en 1936, trabajó en los Juegos Olímpicos de Berlín. Posteriormente fue presidente de la Federación Británica de Atletismo y se convirtió al catolicismo. Murió el 14 de enero de 1978, a los 79 años; su funeral, en Londres, es el flashback con el que arranca Carrozas de fuego.

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