Atenta a quien pasa a mi lado

Atenta a quien pasa a mi lado

El testimonio de una ciudadana chilena ante la grave situación que vive el país.

Estos han sido días de mucho dolor para todos nosotros. De un momento a otro toda la realidad de nuestro país cambió. Es difícil explicar con palabras lo que se vive porque tiene muchas dimensiones. Siento que cada persona experimenta este dolor de maneras distintas dependiendo del lugar geográfico en donde se vive, de la edad, del nivel socioeconómico y sociocultural, de la posición política y de muchos otros elementos sociales. Me viene una necesidad de escuchar profundamente y entender el dolor de cada persona que pasa a mi lado para poder dialogar, amar y construir desde ahí un Chile más fraterno y unido.

Yo vivo en la comuna de Puente Alto, que es un sector lejano del centro de la ciudad en donde hasta el viernes pasado el principal medio de locomoción era el metro. Este medio de transporte permitía conectar nuestra comuna con el resto de la Región Metropolitana. El día viernes muchas estaciones y vagones del metro fueron quemados, destruyéndose este principal patrimonio para la comuna. Seguido a esto, grupos organizados empezaron a saquear y quemar supermercados, hechos que hasta el día de hoy permanecen.  Hemos tenido que hacer grandes filas para comprar en el único supermercado que no fue destruido y también esperar en las gasolineras para abastecernos de combustibles. Hemos sentido inseguridad incluso en nuestros propios hogares. El día domingo empezaron a saquear casas y apedrear autos de nuestro condominio. En ese momento sentí miedo, me sentí vulnerable, de un momento a otro podían incendiar o destruir nuestra propia casa. Me invadió entonces un profundo sentimiento de desapego, estando dispuesta a perder todo y centrarme en lo esencial, el amor al prójimo. Junto a tanto dolor se dio una experiencia bonita de solidaridad y apoyo con los vecinos, estando dispuestos a ayudarnos en lo que fuese necesario.

Al principio no lograba entender por qué se había desatado una manifestación tan violenta y destructiva. Hasta ese entonces sentía que en nuestro país vivíamos bien. Luego me di cuenta que mi marido y yo vivimos en una situación acomodada ya que percibimos un sueldo que incluso nos permite ahorrar, pero esa no es la realidad de la mayoría. Sentí entonces el profundo deseo de ponerme en el lugar de aquellas personas que viven con un sueldo que no les alcanza para cubrir sus gastos mensuales y que, al percibir un alza en los gastos de movilización, de energía y otras necesidades básicas van acumulando una angustia que no les permite seguir viviendo tranquilos. Esas personas son la mayor parte de la población en Chile. Entonces comprendí que ellos perciben estos hechos como una esperanza de cambio.

Si bien los hechos violentos continúan en mi comuna y en otros sectores más vulnerables, se han originado también masivas marchas pacíficas en otras comunas de la Región Metropolitana, demandando cambios de fondo. Ha sido conmovedor ver cómo tantas personas se unen de manera pacífica para pedir un cambio necesario que permita el nacimiento de un nuevo Chile menos desigual y más justo.

Estos días me he preguntado cómo puedo contribuir yo en la construcción de un Chile más unido y más fraterno y he sentido la respuesta en ese amor concreto, inmediato con quien pasa a mi lado. Esa escucha profunda que me permita entender la historia y el dolor de cada uno y amarlo cómo necesita ser amado. Creo que cada uno desde donde está puede construir una sociedad más justa preocupándose por cada persona de manera particular. En mi trabajo tengo un equipo a cargo, estos días sentí que debía conversar con ellos y preocuparme de cada situación en particular. Dar flexibilidad en el horario de entrada y salida dadas las dificultades con el transporte, proporcionar movilización y en algunos casos permitir el trabajo desde los hogares. Siento que cada persona debe sentirse amado y eso va construyendo una sociedad diferente.

Tengo la esperanza de que cese la violencia de estos días dando paso a una nueva sociedad, en que, por un lado, las autoridades se unan para definir acciones de fondo que atiendan al llamado de la ciudadanía y que por otro cada uno de nosotros desde su entorno sea parte de la construcción de un Chile más unido, más fraterno y más justo.

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  1. Angélica Herrera C 24 octubre, 2019, 10:34

    Gracias Pamela, por compartir esa hermosa experiencia, me hace un profundo sentido el de ver a mi prójimo, donando lo que puedo aportar desde algo material, contención,escucha,cariño,amor y fraternidad….
    Vamos adelante….y dar el paso

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