Con los triunfos de Juan Martín Del Potro y Federico Delbonis, el equipo nacional consiguió por primera vez la Ensaladera de Plata.
Cuántas frustraciones han pasado a lo largo de la última década, en aquellas finales perdidas de 2006, 2008 y 2011. Y ni hablar si nos remontamos a 1981, cuando el talento de Guillermo Vilas y José Luis Clerc hubiera sido suficiente para ganar la Copa Davis sino chocara con el inmenso ego de cada uno, que repercutió negativamente en el objetivo final.
Como si aquella historia de más de tres décadas atrás se hubiese convertido en un distintivo de los equipos nacionales de tenis, problemas similares atentaron contra el sueño de la Ensaladera de Plata en generaciones posteriores, más cuando hablamos de la Legión, que integraron cracks de la raqueta como David Nalbandian, Guillermo Coria, Gastón Gaudio y el mismísimo Juan Martín del Potro.
Sin embargo, tras la asunción de Daniel Orsanic como capitán comenzaron a soplar vientos diferentes. Sin tantas figuras estelares, con jugadores de ranking aceptable pero lejos de un nivel de Top Ten, el grupo fue creciendo en solidez, convicción y homogeneidad. Un equipo que supo convivir y sobrellevar los meses de Del Potro en recuperación por la maldita muñeca. Un equipo que en ese contexto fue sumando horas de vuelo, desafíos, que fueron aumentando la confianza puertas adentro.
Un trabajo interno basado en potenciar la seguridad emocional y psicológica de los tenistas argentinos fue marcando la base en la que se apoyó el logro más importante de la historia del tenis argentino. Y sumado al fabuloso regreso del tandilense durante 2016 se convirtió en un combo difícil de contrarrestar. De hecho, Argentina disputó todas las series como visitante. ¡Tremendo!
“Agradezco a todos los que me insistieron para que no me retirara”, declaró un Del Potro emocionado hasta las lágrimas, instantes después de darle vuelta el partido a Marin Cilic para otorgarle el segundo punto al equipo en la serie y obligar a ir al quinto punto. Delpo derrotó al mejor croata en un maratónico partido por 6-7 (4-7), 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3.
Con ese envión anímico, Federico Delbonis se preparaba para recibirse de héroe y convertir este 27 de noviembre de 2016 en el día más feliz para la historia del tenis nacional.
Con un alto nivel, el muchacho nacido en Azul no tembló y jugó como si fuera un tenista de copero desde siempre. Y despachó al lungo Ivo Karlovic en tres sets y darle la Copa Davis a la Argentina.
Su llanto en el piso del Zagreb Arena será eterno, de la misma manera que quedará inmortalizada la montaña humana de todo el equipo albiceleste.
Pasaron frustraciones, grandes tenistas, muy buenos equipos pero el maleficio no se rompía. Hasta que llegaron Orsanic y estos gladiadores que dieron todo fuera de casa y que pusieron al tenis argentino en lo más alto. Argentina es campeón de la Copa Davis por primera vez. Bien merecido lo tienen.
Para más información suscribite a digital.ciudadnueva.com.ar o a la versión papel en ciudadnueva.org.ar/revista/suscripciones.
