Añorada poesía rockera

Añorada poesía rockera

El domingo 16 de septiembre de 1945 nacía Tanguito, alias José Alberto Iglesias.

Su figura sigue siendo un mito para el común de los mortales, pero basta con escuchar los primeros dos acordes de cualquiera de sus grabaciones, para identificarlo unívocamente. 

Su aporte al rock vernáculo fue esencial. Compuso canciones simples y bellísimas, algo que supo conjugarse bastante bien en aquellos sesenta. “Amor de primavera”, “La balsa”, o “Natural”, fueron algunas de ellas.

Su leyenda se acrecentó con el paso del tiempo, sumado a su prosa, su vida trágica, y ante todo, dada la escasez de sus grabaciones. Estas dan fe del escaso apego de Tango a la disciplina musical, pero al mismo tiempo se percibe una honestidad brutal en sus letras y una poesía impactante. Quizá la reducida cantidad de grabaciones, ayudó a que varias de sus canciones hayan sido popularizadas por otros artistas. Como el ilustre caso de “La balsa”, que evitó su naufragio cuando Litto Nebbia echó mano a una rudimentaria idea de Tanguito para convertirla en una composición acabada. 

Frente al mito que Nebbia hubo de “robarle” la autoría, adjuntamos la muestra sobre el tema fuera registrado en SADAIC. Simplemente para despejar eventuales dudas y falsas antinomias: ambos figuran como autores.

Ya que mostramos el registro inapelable de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música. El tema fue inscripto el viernes 19 de noviembre de 1971. Observad los items “T” y “S”: T alude al título, mientras que S denota los subtítulos.

Notad que el tema popularizado como “La balsa”, corresponde a “Construiré una balsa”. Pero también podría ser denominado “Le train du sud”! He aquí uno de los clásicos misterios del insondable Tanguito: un juego de palabras, solo disponible para escudriñadores.

“Amor de primavera”, es un temazo inmortalizado por Luis Alberto Spinetta. Pero fijaos:

Amor de primavera que anda” no pertenece al Flaco, ¡sino que es un tema de Hernán Pujo y Tango! 

Nuestro cumpleañero supo frecuentar La Cueva, aquel reducto ubicado en Pueyrredón 1723 de Barrio Norte, junto a los forjadores del rock nacional. Una vez que finalizaban allí, caminaban derechito (cuando y como podían) para cubrir las 17 cuadras que los separaban del inolvidable bar La Perla del Once, situada en Pueyrredón y Rivadavia, donde desayunaban, ya que era de los pocos bares abiertos las 24 horas en aquella pródiga Buenos Aires. Llevaban sus libretas, y compartían sus letras, escritos, poesías y divagues. En el baño de La Perla (único lugar “apto” para tocar la viola), Tango peló guitarra y recitó: “Estoy muy solo y triste acá en este mundo de mierda”. Litto Nebbia sería el encargado de darle forma publicable a la prosa tanguera. Así se ponía una de las bases del rock local.

La evocación de su figura suele recaer en su personalidad, con anécdotas que sintetizan la transformación que fue sufriendo por sus adicciones, cuestión que transformó al talentoso personaje, llevándolo a un ser conflictivo al que muchos solían evitar. Cuestión que lo convirtiera en un eterno perseguido por las autoridades policiales. Esto hizo que sus últimos años transcurrieran entre la cárcel y las internaciones en neuropsiquiátricos.

Ya sin pertenencias, con su carrera artística acabada y con el alejamiento de sus colegas, hartos de su conducta, Tanguito murió arrollado por un tren, en la zona de Puente Pacífico, el 19 de mayo de 1972, al fugarse del Borda e intentar llegar a su casa en Caseros.

Al momento de su muerte, Tanguito estaba a pocos meses de cumplir 27 años, la edad fatídica para los rockeros, de acuerdo a una leyenda con varios ejemplos que le dan crédito. Su trágico talento fue llevado al cine por Marcelo Piñeyro.

Desde alguna nube, Tanto sigue dando que hablar, y hasta nos hace ver princesas!

 
Etiquetas
Articulos Anteriores
Articulos Recientes

Deja un comentario

No publicaremos tu direcci贸n de correo.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.