Al servicio de la persona

Al servicio de la persona

Editorial de la edición de septiembre de la revista Ciudad Nueva, dedicada al tema de la economía y el trabajo.

La economía y el trabajo son realidades que nos atraviesan de manera permanente. Haya prosperidad o escasez, certezas o incertidumbre, vaivenes que se repiten y sacuden la estabilidad de quienes habitamos en esta zona del mundo, son dimensiones de la vida que indefectiblemente deben dignificar a todos.

Desde quien maneja su pequeña economía familiar hasta el más experimentado empresario sabe que son muchos los aspectos que se juegan cuando nos referimos a esta disciplina, la cual es imposible desligar de “los tres lenguajes” a los que se refirió el papa Francisco en su visita a la ciudadela de Loppiano, antes de citar a Pasquale Foresi, cofundador del Movimiento de los Focolares: “Es necesario educarse para ejercitar los tres lenguajes juntos: el de la cabeza, el del corazón y el de las manos. Es necesario aprender a pensar bien, a sentir bien y a trabajar bien. Sí, incluso el trabajo, ya que –como escribía don Pasquale Foresi, que jugó un papel central en la realización del diseño de Loppiano– ‘no es solo un medio de vida, sino algo inherente a nuestro ser humano, y por lo tanto, también es un medio para conocer la realidad, para comprender la vida: es una herramienta para la formación humana real y efectiva’”.

Por eso, pensar la economía y el trabajo contemplando el equilibrio entre “la cabeza, el corazón y las manos” nos ayudaría a “pensar bien”, “sentir bien” y “hacer bien las cosas”, “de modo que –continúa el Santo Padre– estos tres lenguajes estén interconectados: piensas lo que sientes y haces, sientes lo que piensas y haces, haces lo que sientes y piensas, en unidad. Esto es educar”.

De hecho, el propio pontífice, en otra ocasión aseguró: “Trabajando nos volvemos más personas. Nuestra humanidad florece, los jóvenes se vuelven adultos trabajando”.

Sin dudas que la realidad laboral repercute directamente en la vida de la persona adulta y de una familia. Pero es clara la necesidad también en la juventud que mientras estudia proyecta su vida alrededor de su vocación. ¿Cuáles son las posibilidades que tendrá en un futuro? ¿Cómo hacer para que aquellas tres dimensiones entre el pensar, sentir y hacer estén en equilibrio, sin que ninguna prevalezca sobre otra?

Algunas pistas da Luigino Bruni, referente de Economía de Comunión, en el reciente libro editado por Ciudad Nueva Elogio de la autosubversión al referirse al trabajo y la vocación espiritual en el proceso de formación de los jóvenes en el marco de comunidades, organizaciones y movimientos ideales: “La generosidad y heroísmo característicos de estos jóvenes los llevan con frecuencia a descuidar o a no dar valor a los estudios o a la profesión anterior y futura, pues domina en ellos el fuerte deseo de consagrarse por entero a la nueva realidad (…) El ora ayuda al labora, pero también el trabajo es una ayuda para la vida espiritual, porque es, en sí mismo, una actividad espiritual y carismática. (…) Trabajar de verdad es verdadera laicidad, es decir, expresión de ser simplemente hombres y mujeres. El trabajo es la posibilidad de sentir y escuchar el latido del corazón de la propia ciudad, del propio tiempo y de la propia gente de verdad”.

El desafío de entender el trabajo como un medio para alcanzar la integralidad de la persona y que la economía sea siempre más humana es cada vez mayor. Por eso cobra aún más importancia la atención a quien atraviesa el dolor por la falta de trabajo y a quien no cuenta con las mejores condiciones laborales.

Si bien aún hay mucho camino por recorrer, ya son variadas y profundas las experiencias e iniciativas que reflejan que ambas dimensiones pueden estar al servicio de la persona y ser generadoras de frutos abundantes.

Nota: Ver sumario completo de la edición Nº 601 de Ciudad Nueva.

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