Argentina se consagró campeón de la Copa América después de 28 años. Lo hizo ni más ni menos que en el Maracaná venciendo a Brasil por 1 a 0 y con el indiscutido liderazgo de su capitán, Lionel Messi, que se consagró por primera vez con la camiseta albiceleste.
Su humanidad cayó sobre el césped del Maracaná, clavó sus rodillas en el suelo y sus manos no pudieron ocultar la emoción que regaba su rostro. Un instante después del pitido final del árbitro, una montaña de jugadores enfundados en celeste y blanco cubrió al hombre que el mundo estaba mirando. Sí, el planeta futbolero quería ver a Lionel Messi campeón con la Selección Argentina.
Aquel pibe que desde 2004, cuando debutó en la Sub-20 Nacional y que meses más tarde lo hiciera frente a los flashes del Barcelona, viene deslumbrando a todo el globo con la magia de sus pies, desde hace unos años se convirtió en un hombre, líder y capitán al que solamente le faltaba el reconocimiento estadístico de un título con su Selección.
Sus compañeros, sus familiares y los fieles amantes de Messi entendían que no hacía falta la foto levantando una copa vestido de celeste y blanco para asegurar que Argentina goza desde hace más de 15 años del mejor jugador del mundo. A lo largo de tres lustros soportó odiosas comparaciones con Diego Maradona que polarizaban una tribuna de 45 millones de habitantes en lugar de agradecer que los dos son fruto de la misma tierra.
Sin embargo, un dejo de injusticia marcaba la carrera del crack rosarino en la Selección, en la que jugó 151 partidos y marcó 76 goles. Los títulos juveniles y en Juegos Olímpicos quedaron demasiado atrás y el fanatismo popular le machacaba una y otra vez las finales perdidas en el Mundial 2014 y en las Copas América de 2015 y 2016 (en 2007 aún era un joven que hacía sus primeras armas en la Selección).
Por eso si había alguien que merecía este título era él. Y ante Brasil, en el mítico Maracaná, como para robustecer la gesta histórica. Líder absoluto de una renovación de jugadores que por una cuestión generacional tuvieron que descolgar el póster del 10 para hacerlo más terrenal, humano, compañero, Messi comandó en el campo a un equipo que se metió decididamente en la historia.
Las borroneadas imágenes de Oscar Ruggeri levantando la Copa en 1993 ya no recibirán la exclusiva mirada llena de añoranza de quienes soñaban con el regreso de la gloria. Ahora esa hermosa Copa la sostiene Lionel Messi, ese que el mundo entero ama ver feliz y que los argentinos deseamos que nos siga regalando la magia de su zurda y la sencillez de su humanidad.
Tarda en llegar. Y al final, hay recompensa. A disfrutarla.
Cabe destacar que el cuerpo técnico es sumamente idóneo. Aimar, Samuel,Ayala , Scaloni han asistido a la “Escuela” Pekerman. Premio Fair Play en los campeonatos juveniles de la década del 90, su método de trabajo es privilegiar al equipo sobre las individualidades.
Con un perfil bajo asombroso, el cuerpo técnico asiste a la cabeza de grupo, en este caso Scaloni, con sapiencia táctica e informacion 2.0. Es un cuerpo técnico que necesita mas rodaje, pero va en buen camino.