El pasado 27 de marzo, en la Bendición Urbi et Orbi se vio la imagen de un crucifijo de madera muy antiguo, que tiene un fuerte vínculo con el pueblo romano.
Por eso el Santo Padre encargó que se trasladara desde la iglesia de San Marcello al Corso, hasta la Plaza de San Pedro, y fuese parte de este extraordinario momento de oración.
El Cristo Milagroso es venerado por sobrevivir a un incendio y salvar a la ciudad de Roma de la peste. El incendio se produjo durante la noche del viernes 23 de mayo de 1519, destruyendo la iglesia dedicada al Papa Marcelo. En la mañana del sábado, toda la iglesia estaba en ruinas, salvo la imagen del Cristo Crucificado que estaba en el altar mayor en perfecto estado. En octubre de 1519 el Papa León X ordenó la reconstrucción de la iglesia.
Tres años más tarde, una peste azotó la ciudad. El pueblo romano decidió realizar una procesión con el crucifijo milagroso por toda la ciudad. A medida que avanzaba la imagen por los barrios, la pandemia iba disminuyendo. La procesión, que fue desde la Iglesia San Marcello hasta la Plaza San Pedro y regresó al punto inicial, duró unos 16 días.
Cuando el Cristo fue entronizado en su lugar original, la peste había llegado a su fin. Desde entonces se realiza esta procesión todos los años evocando la salvación de aquella pandemia.