Por las declaraciones previas de los Senadores, habría una ventaja de 38 a 31 para el rechazo del proyecto de ley.
No es un día más para un país que está expectante a lo que sucede en el Senado durante el debate y la votación del proyecto de ley de despenalización del aborto.
Han transcurrido ya cuatro meses desde el comienzo del debate sobre el aborto en Diputados, que tiene una nueva e intensa jornada en el Congreso de la Nación. Como aquel 13 de junio, cuando la mayoría votó a favor en la Cámara Baja, la ciudad de Buenos Aires (como diferentes sitios de la Argentina) luce distinta. Los pañuelos verdes y celestes se propagan por las calles. En cada esquina hay algún elemento que recuerda este tema sensible para toda la sociedad.
Y en realidad hoy no se termina el debate. Cualquiera sea el resultado en el recinto, si uno mira hacia atrás puede ver cómo este tiempo ayudó a poner sobre la mesa un doloroso problema social. Y esto ya es un paso adelante.
Lo que suceda esta noche (se prevé que la votación pueda darse en horas de la madrugada) debe ser una continuación del despertar de las conciencias, como ocurrió aquel 13 de junio.
Hay dos vidas que están en juego y, como se expresaba en el editorial de la edición Nº 597 de la revista Ciudad Nueva, la salida tiene que ser superadora. No puede ser la confrontación o enemistad con quien piensa distinto, sino ponerse en acción para que la vida esté por encima de todo.
En relación a este tema, la fundadora del Movimiento de los Focolares, en mayo de 1986 decía en Florencia, Italia: “Hoy el mundo, que muchas veces languidece por temor a la vida, que se debate para suprimir la vida, necesita de amor; tiene una necesidad urgente de una invasión de amor: entre los componentes de nuestras familias, entre las familias, entre los miembros de las asociaciones laicas y religiosas, entre las obras, en medio de todos los cristianos, entre los que no creen y personas de buena voluntad, por todas partes: en las oficinas, en los hospitales, en las escuelas, en las fábricas, entre los más pequeños, los jóvenes y los adultos. (…) Entonces, salgamos de este estadio con el propósito de hacer de nuestra vida un único y continuo acto de amor hacia cada prójimo y de comunicar esta ansia al mayor número posible de personas. Así daremos nuestra aportación a la civilización de la que hoy tanto se habla: la civilización del amor.”