A 43 años del golpe de Estado

A 43 años del golpe de Estado

Compartimos el siguiente texto elaborado en conjunto para conmemorar el Día de la Memoria en un acto escolar, en este mes en el cual la temática de la revista Ciudad Nueva es la Escuela, la Familia y la Comunidad.

Generalmente, en las escuelas las conmemoraciones  se refieren a aniversarios de fallecimientos. Y nos recuerdan la herencia dejada por estos próceres. Así, en la fecha del aniversario de la muerte de Belgrano celebramos su legado: La Bandera; el aniversario de San Martín celebra su programa libertario, y así otros.

Pero, ¿Qué elemento positivo podemos rescatar de lo que hoy conmemoramos?: LA MEMORIA.

León Gieco así canta:

La memoria despierta para herir
A los pueblos dormidos
Que no la dejan vivir
Libre como el viento.

Todo está escondido en la memoria
Refugio de la vida y de la historia.

Dicen los historiadores que el pasado nos permite comprender mejor el presente, y proyectar, para que algunas cosas no vuelvan a pasar en el futuro. Nunca más.

Yo tenía dos años cuando ocurrió el golpe militar de Marzo de 1976. No era la primera vez. Hubo seis golpes militares anteriores: todos con violencia, con muertes inocentes de ambos lados, con graves consecuencias económicas y sociales, con retraso en la madurez política de nuestro pueblo. Hasta que el último, el más grave de todos, sobrepasó los límites de la aberración.

Y nos dejó una enseñanza histórica implacable: no se puede mejorar algo que no funciona bien con algo que es mucho peor. Si el diálogo se reemplaza con la imposición violenta de una voz más fuerte, que calla los desacuerdos e impone una sola manera de pensar, puede ser que al principio haya  menos confusión, menos barullo, pero al fin de cuentas el diálogo se corta, se anula y crece la tensión y la violencia que significa anular las voces, las ideas y su expresión.

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Pero Argentina no fue un hecho aislado: procesos semejantes se dieron en  Chile, Perú, Uruguay, Brasil, Paraguay y Bolivia.  Hubo un plan de acción coordinada: el Plan Cóndor, creado y apoyado desde el exterior, que se basaba en generar una cultura de pensamiento unívoco, eliminando la oposición.  Una vez más la historia enseña: no somos un pueblo aislado, por el contrario, compartimos un destino común con la región.

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La educación, en ese período de nuestra historia, también fue organizada según el “criterio de autoridad” de unas ideas sobre otras, de manera que no se estimulara en absoluto la posibilidad de pensar distinto. A tal punto que había algunas personas que elegían qué libros se podían leer, qué canciones se podían escuchar, qué películas se podían ver, y cuáles no. Estas personas creían que podían pensar y decidir mejor que los demás.

Se respondió a la violencia con una violencia mayor que traspasó los límites de lo humano: torturas, asesinatos a personas que no pudieron demostrar su inocencia, robo de sus bienes y apropiación de los hijos de otros. Pero lo peor es que tanta atrocidad fue organizada y ejecutada desde el Estado. Ese Estado cuyo sentido es ser garantía de derechos para los ciudadanos…

Una de las cosas más importantes para rescatar de nuestra memoria es que, frente a todas estas violencias, no había cómo protegerse o defenderse: la Constitución, que garantiza el respeto de nuestros derechos y el ejercicio de la justicia, fue ignorada.  Y muchos, por temor o conveniencia, se callaron, incluida, dolorosamente, parte de nuestra Iglesia,..

Frente a todo esto, hubo personas valientes que se jugaron, que reclamaron y reclaman aún por sus seres queridos desaparecidos, como las abuelas y madres de Plaza de Mayo; otros que se jugaron creando instituciones como el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, fundado por dirigentes de distintas confesiones religiosas,  entre ellos un cura salesiano (mi tío, Mario Leonfanti) y otros… ¡Hubo tantos! También quienes aceptaron el desafío de pagar hasta con sus vidas el valor de denunciar la injusticia y la violencia.

Hoy quiero nombrar y hacer especial memoria de Monseñor Enrique Angelelli  y sus tres compañeros mártires, quienes fueron asesinados meses después del golpe de estado y serán declarados santos por nuestra Iglesia el próximo 27 de abril en La Rioja.  Son nuestros primeros mártires argentinos y hoy también hacemos MEMORIA de su valioso, incuestionable y contundente  testimonio.

Junto a Angelelli y sus compañeros,  otros personajes de la música, del arte, la literatura… compartieron el mismo destino de la muerte o el exilio por no guardar silencio frente a la injusticia.

Pero atención: el ejercicio de la memoria no es solamente recordar: también COMPROMETE una actitud o una acción por el prójimo, el que tengo al lado, en casa, en la escuela, en la calle. La actitud que hoy les proponemos es: aprender, aprender a dialogar, a escucharnos y no imponernos.

Como decíamos al principio de estas palabras: recordamos  para comprender, comprendemos para no repetir y aprender a comprometernos para mejorar nuestra realidad y construir la “tierra nueva” que nos propone Jesús. Una tarea que, a veces, podrá ser desprolija, sinuosa, con errores y vueltas a empezar. Pero que debe incluirnos  a todos en el esfuerzo. Muchos de los que ya no están, por eso dieron su vida. Y  estarán siempre….PRESENTES!

Autoría compartida por Celeste Mancuso – Mariana Inés  y José María Leonfanti

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