Sigue la labor de rescate, con la esperanza de que no aumente la lista de víctimas mortales. Se estima que los fallecidos sean unos 250 y 1.700 los heridos, 7 mil las viviendas dañadas.
Según pasan las horas, la labor de rescate de víctimas atrapadas por el terremoto que ha sacudido México se hace cada vez más febril. Las 72 horas son casi un límite para liberar a la mayoría de los que no han perecido en los derrumbes. Sin embargo, la experiencia dice que hubo supervivientes rescatados después de una semana o más. Y eso hace que valga la pena seguir luchando contra el tiempo y los escombros. Más de 50 personas han sido recuperadas con vida.
Los muertos serían por ahora unos 250, 1.700 han quedado heridos, al tiempo que unas 7 mil viviendas han recibido daños.
Las brigadas de rescatistas, bomberos, policías, militares siguen en su labor para que la lista de muertos se detenga. Trabajan los topos, un grupo nacido en 1985 luego del sismo que devastó el país. Entre ellos hay zapateros, plomeros o estudiantes sin preparación ni medios que comenzaron a colaborar abrumados por el desastre. Forman brigadas organizadas y avanzan con sus manos, desafiando a menudo el peligro de nuevos derrumbes. Han sido responsables del rescate de decenas de personas y se mantienen con donaciones, sin ser reconocidos oficialmente y entre ellos mismos se capacitan.
No faltan las brigadas provenientes de otros países, mientras que la solidaridad internacional está recogiendo ayuda de todo tipo. Llegan aviones militares con géneros de primera necesidad y equipamiento. Testimonio de que México no está solo ante la adversidad.
Y también están en acción los perros adiestrados para el rescate. Una labrador de seis años, Frida, ha rescatado a decenas de personas. Tienen una máscara de vidrio que les protege los ojos y las patas delanteras están envueltas para que no se lastimen al cavar entre los escombros. Otro labrador, Dayko, asignado al cuerpo de bomberos luego de buscar incesante y frenéticamente, falleció ayer de agotamiento luego de ser llevado a una veterinaria.
El mundo y los mexicanos aprietan los dientes en estas horas, con la esperanza de que una vez más la vida triunfe sobre la muerte.