La primera se llevará a cabo el 19 de noviembre de este año. El Papa convoca a un cambio de mentalidad y a traducir en gestos concretos la prioridad que deben merecer los pobres.
Una jornada dedicada a escuchar “el grito de los pobres” y comprometerse a sacarlos de su marginación. Es ésta la intención del papa Francisco al proclamar la primera Jornada Mundial de la Pobreza que será llevada a cabo el próximo 19 de noviembre. La oficina de prensa del Vaticano dio hoy a conocer el texto con el que el Papa invita a reflexionar acerca de la convocatoria, bajo el título: “No amemos de palabra sino con obras”. Y no es casualidad que el día elegido para publicar el llamamiento, haya sido el día en que la Iglesia recuerda a san Antonio de Padua, franciscano, quien obró mucho contra la pobreza.
Francisco ha abordado incontables veces el tema de la pobreza y de la exclusión social, y también de sus causas a menudo identificadas con los efectos de un capitalismo que no tiene contemplaciones con los más vulnerables. Sin embargo, es la primera vez que dedica un mensaje únicamente a la cuestión de la pobreza. El Papa invita a realizar no sólo gestos aislados, sino “a un verdadero encuentro con los pobres y dar lugar a un compartir que se convierta en un estilo de vida”. “No pensemos sólo en los pobres como los destinatarios de una buena obra de voluntariado para hacer una vez a la semana, y menos aún de gestos improvisados de buena voluntad para tranquilizar la conciencia”, dice Bergoglio.
El Santo Padre invita a buscar soluciones que permitan acceder al desarrollo y de este modo realizar un cambio histórico. Pero para ello “es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación… Estamos llamados, por lo tanto, a tender la mano a los pobres, a encontrarlos, a mirarlos a los ojos, a abrazarlos, para hacerles sentir el calor del amor que rompe el círculo de soledad”, destacó.
Fue al final del Jubileo de la Misericordia, que el Papa manifestó su intención de una iniciativa que abordara el tema de la pobreza. “Quisiera que, a las demás Jornadas mundiales establecidas por mis predecesores, que son ya una tradición en la vida de nuestras comunidades, se añada ésta, que aporta un elemento delicadamente evangélico y que completa a todas en su conjunto, es decir, la predilección de Jesús por los pobres”. La pobreza, manifiesta el Papa, “tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero… Qué lista inacabable y cruel nos resulta cuando consideramos la pobreza como fruto de la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada”.
Por un lado, la iniciativa apunta a suscitar entre los creyentes un espíritu de pobreza, que para el cristiano significa “un corazón humilde que sabe aceptar la propia condición de criatura limitada y pecadora para superar la tentación de omnipotencia, que nos engaña haciendo que nos creamos inmortales. La pobreza es una actitud del corazón que nos impide considerar el dinero, la carrera, el lujo como objetivo de vida y condición para la felicidad”. Si bien la Jornada quiere estimular a los creyentes “para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro”, también se dirige a todos los hombres y mujeres, independientemente de su confesión religiosa, “para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad”.
Bergoglio es consciente de que no es suficiente una actitud espiritual, aunque es sin duda el punto de partida. También evidencia las distorsiones que provocan la injusticia en el mundo que impone la condición de pobreza. “La riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera”, ante la cual, señala el Papa, “no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados”, pues es una “pobreza que inhibe el espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo (…) que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la delegación y la búsqueda de favoritismos. A todo esto se debe responder con una nueva visión de la vida y de la sociedad”, sostiene el Papa.
Y esa nueva visión comienza por acercarse a los pobres, compartir con ellos. Por ello Francisco pide “organizar diversos momentos de encuentro y de amistad, de solidaridad y de ayuda concreta”, a salir en busca de los pobres que viven y tienen necesidad en los vecindarios de las comunidades cristianas. “Acerquémonos a ellos: será el momento propicio para encontrar al Dios que buscamos… sentémoslos a nuestra mesa como invitados de honor; podrán ser maestros que nos ayuden a vivir la fe de manera más coherente”, añade el Papa.
Esta “nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda… Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio”, concluyó Francisco.
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