El 16 de julio se celebra en Tonadico un acto en recuerdo de lo que sucedió en esa misma fecha, pero de 1949, en la estación de montaña del Trentino, lugar de vacaciones de un grupo de miembros del Movimiento de los Focolares, entonces en sus inicios. Con ellos la fundadora, Chiara Lubich, y el que sería el cofundador, Igino Giordani, unidos por un “pacto de unidad” del que nació una experiencia espiritual que tiene mucho que ver con las realidades humanas y la creación.
No sólo memoria: la iniciativa que se celebrará en Tonadico di Primiero, localidad de las montañas del Trentino, el martes 16 de julio, y a la que se ha dado el título de “Entre el cielo y la tierra”, celebra un aniversario, pero quiere hablar del hoy mirando al futuro. El acontecimiento que se recordará es el encuentro que tuvo lugar el 16 de julio de 1949, hace por tanto 75 años, entre Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, uno de los movimientos eclesiales más difundidos del siglo XX, e Igino Giordani, político, periodista, escritor, considerado el cofundador.
No se trató de un simple encuentro, sino de un “pacto de unidad” realizado por estas dos extraordinarias figuras que marcó el inicio de una profunda experiencia espiritual denominada posteriormente “Paraíso del 49” y de consecuencias impensables.
El día en Tonadico
La chispa encendida aquel día, durante una misa celebrada en la iglesia antaño de los Capuchinos y hoy de las Clarisas, sigue iluminando “el compromiso de tantos en el mundo”, tal como reza el comunicado de presentación de la iniciativa en Tonadico, “orientada a construir la unidad entre las personas, los grupos y las naciones a través del diálogo, la paz y la justicia social”.
Para renovar la memoria y ofrecer una lectura de aquel momento en la actualidad, el martes a las 10 de la mañana se comienza con “una celebración en la misma iglesia, presidida por monseñor Piero Coda, secretario general de la Comisión Teológica Internacional; una profundización cultural a cargo de la Escuela Abbà, Centro de Estudios del Movimiento de los Focolares que desde hace más de 25 años estudia el impacto de la luz de 1949 en diversas disciplinas: desde la política, la economía y la ecología, hasta la teología, la psicología y la comunicación. Y a las 15 horas un itinerario artístico comisariado por un equipo de músicos en lugares significativos: Baita Paradiso, las iglesias de San Bartolomeo y San Vittore, y el Palazzo Scopoli in Tonadico’.
Lo Presti: mirar la realidad y la creación con los ojos de Dios
Presidente del Curso de Licenciatura en Ciencias Políticas e Internacionales de la Universidad Lumsa de Roma, donde enseña Historia de la Doctrina Social de la Iglesia, y miembro de la Escuela Abbà, Alberto Lo Presti será uno de los ponentes de la conferencia programada en Tonadico. En su entrevista con los medios vaticanos, nos ayuda a adentrarnos en la experiencia vivida por Chiara Lubich e Igino Giordani y a comprender su significado espiritual y humano:
Alberto Lo Presti, el 16 de julio de 1949 tuvo lugar un acontecimiento fundamental en la vida de Chiara Lubich y del Movimiento de los Focolares que ella fundó. ¿Puede hablarnos de ello?
Hace setenta y cinco años tuvo lugar este encuentro especial entre Chiara Lubich e Igino Giordani, que entonces era diputado en el Parlamento italiano y conocía a Chiara Lubich desde hacía algunos meses. En este encuentro se estableció un pacto espiritual entre ella –l que sólo tenía 28 años, no era teóloga, no era monja, era una persona animada por una vocación a la unidad – y él, que casi le doblaba la edad.
Ahora bien, conocemos muchas historias en las que un hombre y una mujer, grandes figuras espirituales, se encuentran. Pero la originalidad del encuentro entre Lubich y Giordani dice algo que nos concierne a todos, y es que esa chispa que saltó hace 75 años no es sólo para la vida contemplativa, para la vida religiosa, sino que es para todos. Porque todos tenemos la oportunidad de escribir un pedazo de historia personal sintiéndonos llamados y en misión hacia la unidad. A menudo recordamos este encuentro como un “pacto de unidad”.
¿Cómo se “hizo” este pacto seguido de un período concreto llamado el “Paraíso del 49”?
Sucedió que Igino Giordani, que era un enamorado de la vida de santa Catalina de Siena, le preguntó a Chiara Lubich si podía hacerle voto de obediencia, como los catalanistas hacían con Catalina. Chiara no consideró que la obediencia expresara mejor lo que era su espiritualidad y propuso un “pacto de unidad” entre ambos. “Al fin y al cabo, es la vida evangélica la que nos trae aquí – le había dicho – y por tanto un pacto sobre la base del Evangelio en Jesús Eucaristía”.
“Dejemos – le dijo – que Jesús mismo sea recibido en nosotros para negociar la unidad como Él quiere y desea entre nosotros”. Fue el comienzo de un período en el que Chiara Lubich e Igino Giordani tuvieron una experiencia mística que los llevó a mirar la realidad de la creación con los ojos de Dios. Y así tuvieron una secuencia de imágenes y visiones que les sirvieron tanto para explicarles cómo debía hacerse el Movimiento de los Focolares en su fisonomía, como para indicarles cuál era el futuro de la historia humana: todas las cosas tendían a la unidad. Y a ellos les correspondía sacar a la luz esta red de unidad y de amor que unía todas las cosas.
¿Cuál fue el contexto en el que se produjo el pacto que tuvo consecuencias inesperadas tanto espiritual como humanamente hablando?
Bueno, en resumen, ese 1949 nos resulta muy familiar si vamos a ver lo que ocurrió en esa época allí: en 1949 se creó la OTAN, nació la República Popular China, el año anterior habían comenzado las guerras árabe-israelíes. Se habían celebrado las primeras elecciones de la República Italiana.
Al año siguiente, en 1950, comenzó la guerra de Corea y podríamos seguir. Tantas consonancias, tantas coincidencias con la época actual. Era el comienzo de la Guerra Fría. Mientras la ideología, las ideologías de derecha e izquierda, blanco y negro, dividían a la humanidad, en un rincón del planeta nacía en los Alpes italianos algo que apuntaba decididamente a la unidad. Esto significa que en todos los rincones del planeta, hoy, mañana y pasado mañana, se nos brinda la oportunidad de volcar, de invertir, tal vez, el curso de la historia.
Y si hoy hay tantos movimientos que escinden, dividen, separan, inician guerras, siembran agravios, siembran desconfianza y marginación, cada uno tiene la oportunidad de escribir su pedacito de historia donde, en cambio, la armonía, la comunión, la paz, el bien común, la solidaridad pueden ser ese surco que todos juntos recorramos para escribir una historia diferente.
Es la primera vez, si no me equivoco, que el aniversario del 16 de julio del 49 se celebra públicamente. ¿Por qué no se hizo antes? ¿Por qué en este momento?
El 16 de julio de 1949, de este “pacto de unidad” entre Chiara Lubich e Igino Giordani surgió una profunda experiencia mística que Chiara Lubich tuvo la audacia de transcribir en unas páginas que durante mucho tiempo no fueron divulgadas. Durante mucho tiempo este período fue cultivado e inspirador para los miembros más íntimos del Movimiento.
Hoy, sin embargo, ha surgido un Centro de Estudios, la Escuela Abbà, que saca a la luz y profundiza este patrimonio, junto con otros interlocutores de todas las confesiones religiosas, de todas las culturas, que se inspiran en estas páginas para interpretar el mundo de hoy.
Y por eso también podemos hacer de ella una experiencia pública, una experiencia de la que también se nutren muchas disciplinas científicas, para comprender cómo la vanguardia de nuestra civilización se mide hoy con las cuestiones más importantes que apuntan al papel del espíritu del hombre en un mundo hipertecnologizado. Y aquí me gustaría hacer una observación: la Inteligencia Artificial está planteando la cuestión de qué será del hombre en un mundo superinteligente, custodiado por supermáquinas, superinteligentes…
Y la respuesta de muchos es precisamente su mundo interior, su espiritualidad que no puede ser codificada por ningún algoritmo. Por eso estamos dispuestos a partir de experiencias espirituales como la que tuvo lugar hace 75 años en Primiero, para responder a esta nueva era en la que el Espíritu volverá a ser central.
En estos 75 años, ¿cuál ha sido el impacto de esta luz conocida como el “Paraíso del 49” en la aplicación concreta del carisma de Chiara Lubich en comparación con los desafíos sociales, económicos y políticos que han atravesado estas décadas?
Recordemos que este encuentro tuvo lugar entre Chiara y un político, Giordani. Ya entonces vimos el primer efecto concreto, cuando en el Parlamento algunos diputados que habían entrado en contacto con Igino Giordani y saboreado la novedad de su forma de hacer política partiendo de la espiritualidad de la unidad, se lanzaron a intentar reducir la distancia entre el partido de inspiración cristiana y el partido comunista o los partidos surgidos de la experiencia del fascismo.
Así, vemos ya en acción esta búsqueda de la unidad: un diálogo fructífero sobre cuestiones de paz entre Igino Giordani, director del Quotidiano, que era la revista de la Acción Católica, y el director de L’Unità, que era el órgano del Partido Comunista en aquella época.
O pensemos también en las discusiones sobre la ratificación por Italia del Pacto Atlántico, que tantas polémicas y tantos desacuerdos suscitó incluso dentro del Parlamento, y así sucesivamente, hasta la fundación de una idea distinta de economía, basada en la cultura del dar que hoy reconocemos, por ejemplo en la Economía de Comunión en sus diversas formas, hasta la fundación del Movimiento Humanidad Nueva, siempre en la órbita de la experiencia de la espiritualidad de la unidad, donde tantos profesionales, trabajadores y docentes buscan precisamente construir puentes en lugar de levantar muros.
Por no hablar en tiempos más recientes del Pacto Mundial por la Educación, la aldea global por la educación, que también es fruto de esta cultura en la que es necesaria la unidad entre generaciones. También me gustaría mencionar el Proyecto Mundo Unido o Genfest, en el que jóvenes de todo el mundo se reúnen para intentar colaborar en la redacción conjunta de lo que será el futuro de su generación.
La lista sería larga y aún queda mucho por hacer, pero, por otra parte, si la unidad es el destino del cosmos – y así lo entendieron Chiara Lubich e Igino Giordani – para llegar a ella hay que juntar las piezas de un mosaico tan grande que no hay que juguetear, sino ponerse manos a la obra.
Hablando del trabajo que queda por hacer, ¿puede todavía deparar sorpresas el estudio de los escritos de Chiara Lubich de este período? ¿Y cómo ve su experiencia la Iglesia, que está examinando la posible santidad de Lubich y Giordani?
Llevo más de unos años estudiando estos escritos dentro de la escuela de Abbà, y debo decir que siento que no he llegado ni a la mitad de la profundidad que merecen estos materiales, tan ricos y fértiles ellos. Y en todo caso, este texto se publicará probablemente el año que viene en forma exhaustiva, con un aparato de buenas notas, para que esté al alcance de todos.
¿Cuál es la posición de la Iglesia? La publicación de este material se hizo precisamente de acuerdo con la Congregación para las Causas de los Santos, que lo conoce bien, conoce bien la experiencia que se ha hecho, es favorable, es más, nos ha recomendado que publiquemos los textos lo antes posible. Así que nos sentimos cómodos al continuar este estudio que están llevando a cabo unas 300 personas en todo el planeta, de diferentes disciplinas, y al publicar este texto en varios idiomas.
*Artículo publicado originalmente en Vatican News