Líderes de todo el mundo se reunirán en la escocesa ciudad de Glasgow, para la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26). El evento se desarrollará del 31 de octubre al 12 de noviembre. El objetivo es acelerar la acción hacia los objetivos del Acuerdo de París y de la propia Convención.
La predicción de los especialistas climáticos es que el “tiempo anormal” que estamos viviendo, se amplificará en un 50% si no actuamos rápidamente.
El grito de la madre naturaleza
Conocido en varias ocasiones como “el experto en clima del Papa”, el profesor Veerabhadran Ramanathan escribió sus primeros comentarios sobre el cambio climático global en 1975.
En aquella época, “todavía no se hablaba del tema en términos humanos. Se hablaba del deshielo de los glaciares, de la subida del nivel del mar… Porque, de hecho, este cambio entre el calentamiento y los extremos climáticos sólo ha empezado a manifestarse de forma tan clara en los últimos diez años”.
“La madre naturaleza está tratando de decirnos de todas las maneras que la estamos lastimando. Y esto me lleva a lo que dice el Papa Francisco en Laudato si’, cuando habla del grito de la tierra. Tenemos que escucharlo. Y también nos dice que tenemos que escucharlo junto con el grito de los pobres”.
¿De qué manera clama la tierra? Primero, es el aumento de la temperatura. El profesor Ramanathan recuerda que él y sus colegas prepararon una publicación en 2018 en la que predice que para el año 2030 la temperatura habrá subido 1,5 grados. “Y eso es dentro de nueve años. Pasar de 1 a 1,5 corresponde a un aumento del 50%. Imagina todo lo que ocurre hoy amplificado en un 50%”.
El aumento de las temperaturas acaba por cambiar los modelos climáticos, porque ambos están estrechamente relacionados, uno con el otro. El científico advierte que sólo estamos al principio de los efectos del “calentamiento global, que en los últimos 10 o 15 años se ha convertido en el trastorno global de los sistemas climáticos de todo el mundo”.
“En todas las partes de la Tierra, la gente experimenta un clima cuanto menos extraño”, continúa el profesor. “Lo que normalmente ocurre cada mil años, cada quinientos años, ahora ocurre dos veces en diez años. El patrón general es que las regiones secas se vuelven más secas, mientras que las húmedas se vuelven más húmedas. Más húmedo estaría bien si las lluvias fueran suaves. En cambio, más húmedo es horrible si es como la lluvia que vimos caer en Alemania, esa lluvia que arrasa con todo, incluso con las personas”.
El grito de los pobres
El profesor Ramanathan admira al Papa Francisco por vincular el grito de la tierra con el grito de los pobres. Hay perspectivas reales y tangibles -dice- de que esos “tres mil millones de personas sobre la faz de la tierra que aún no han descubierto los combustibles fósiles” se vean afectados por la temperatura y el cambio climático.
“He hablado con el Papa Francisco sobre esto -puntualiza- siguen quemando leña y estiércol de vaca y residuos orgánicos para satisfacer sus necesidades básicas, como cocinar y calentar sus hogares. Sin embargo, son ellos los que pagarán las peores consecuencias de nuestro idilio con los combustibles fósiles: la mayoría de estos tres mil millones de personas son agricultores. Pero no estamos hablando de los agricultores occidentales, que tienen miles, millones de hectáreas: cada uno de ellos tiene media hectárea, quizá una…”.
Para los “agricultores de subsistencia” de la India, esto significa que “llegan las lluvias del monzón, pero cuando llueve, diluvia. Y tú preguntarás: ¿Cuál es el problema? El problema es que cuando llueve mucho, el agua va directamente al océano: escurre, pero se lleva todos los nutrientes que hay en el suelo”, añade el profesor.
El grito de todos
Ahora ya no son sólo la Madre Naturaleza, la Tierra y los pobres los que claman. Actualmente todo el mundo sufre los efectos del calentamiento global: los pobres, la clase media y los ricos, todos por igual. Las inundaciones y los incendios no distinguen entre personas y árboles. Uno de los temores del profesor Ramanathan es que el cambio climático entre en nuestros “salones” del mismo modo que lo hizo el Covid-19, “sin perdonar a nadie”.
“Pienso especialmente en la gente de 30 a 50 años, que sigue viviendo al día y quiere enviar a sus hijos a la escuela: cuando su casa acaba destruida por un incendio… (y pensamos que en cinco, diez años, las compañías de seguros habrán quebrado) no podrán asegurar su casa. Cuando digo que va a llegar -el cambio climático- a nuestras salas de estar pienso en el hecho de que hay mucha gente que ya no tiene sala de estar por culpa de los incendios o las inundaciones”.
“Sin embargo, podemos tomar decisiones”, argumenta el profesor Ramanathan: “Podemos elegir ser como el sapo del cuento, que no hace nada mientras sube la temperatura del agua en la que está sumergido, hasta que muere. Afortunadamente, somos mucho más inteligentes que él: podemos reaccionar. Si estamos preparados, podemos evitar la mayoría de las catástrofes”.
El científico no cree que sea posible cambiar más la situación modificando los estilos de vida: “Siento decir que es demasiado tarde. Necesitamos un proyecto serio para aumentar la resiliencia. En concreto, esto significa animar a los agricultores a adaptar sus cultivos a los nuevos patrones climáticos”.
“En primer lugar, depende del lugar en el que te encuentres en este punto conflictivo del clima: ¿estás en la parte seca, cada vez más seca, o en la parte húmeda, cada vez más húmeda? Si estás en la parte húmeda que cada vez se moja más, vas a tener que reponer la tierra porque el agua se la lleva. Si tomamos como ejemplo California, un área en una zona seca, podemos decir que ya no es sostenible el cultivo de almendras: No veo ninguna manera de que puedan sobrevivir. Si se convierten a cultivos que requieren menos agua, entonces podrán hacerlo”.
Y continúa: “Si nos fijamos en las señales del cambio climático de hoy, y no en las de hace 15 o 20 años, se pueden cambiar los patrones. Esto requiere una gestión global del agua para producir alimentos. Yo no diferenciaría entre agua y comida: de hecho, el agua y la comida son como el oxígeno para los seres vivos. Además, hay que pensar en las necesidades de los pequeños agricultores no sólo en términos de eficiencia, rendimiento y alimentación del mundo, sino también en términos de bienestar de estos tres mil millones de seres humanos a los que estamos perjudicando con los cambios climáticos que hemos provocado”.
El segundo objetivo es “reducir la curva de emisiones”, pero -como dice el profesor Ramanathan- este enfoque del cambio climático está muy politizado. A menos que se separe de la envoltura política en la que se encuentra actualmente, sólo seguirá separando a la gente y creando divisiones. “Los únicos foros no políticos, en mi opinión, son las iglesias, los templos, las sinagogas, las mezquitas. Todo lo que se dice a la gente tiene un aspecto político. Por desgracia, incluso los medios de comunicación están polarizados en ambos lados. Hay que educar a la gente rápidamente y las organizaciones y líderes religiosos pueden llenar el vacío: el Papa Francisco dio el primer paso con Laudato si’. En la Academia Pontificia de las Ciencias ha habido muchos encuentros en los que se han aliado ciencia, fe y política. Y ustedes, los católicos, tienen el pulso directo de los pobres: si logran convencer aunque sea al 10% del 50% restante, ya habremos dado un gran paso adelante: entonces podremos elegir a los líderes adecuados que tomarán las iniciativas justas. Yo apuesto todo por la fe”, concluye.