Lo que la pandemia no nos robó

Lo que la pandemia no nos robó

Durante 2020nos encontramos privados de muchas cosas debido a la cuarentena que tuvimos que realizar por la pandemia del COVID-19. Nos vimos privados de tener una libre circulación, de compartir encuentros con familiares y amigos, de celebrar cumpleaños, de ir a la escuela, de hacer deportes y de participar de las misas y en algunos casos también privados de despedir a los seres queridos difuntos que fallecieron por esta enfermedad. Pero hay algo que la pandemia no nos robó (o no nos privó), y es el encuentro con Dios a través de la creación, el Creador siguió hablando a través de las creaturas. De la grandeza y hermosura de las creaturas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor (Sab 13, 5).

Ante la difícil situación que atravesamos por esta pandemia nos preguntamos ¿Dónde está Dios? Pero Dios no nos abandonó, al abrir nuestros ojos cada día nos decía “estoy con ustedes”, tan solo bastaba abrir la ventana o salir al patio para encontrarnos con el mensaje de Dios en su hermosa creación; el Dios invisible se hace presente desde la creación del mundo, por medio de sus obras (cf. Rom 1, 19-20).

San Agustín también se preguntó: ¿Dónde está Dios? y esta búsqueda lo llevo a interrogar a la creación hasta encontrarse con el Creador.

Pregunté a la tierra y me dijo: «No soy yo»; y todas las cosas que hay en ella me confesaron lo mismo. Pregunté al mar y a los abismos y a los reptiles de alma viva, y me respondieron: «No somos tu Dios; búscale sobre nosotros». Interrogué a las auras que respiramos, y el aire todo, con sus moradores, me dijo: «Se engaña Anaxímenes: yo no soy tu Dios». Pregunté al cielo, al sol, a la luna y a las estrellas. «Tampoco somos nosotros el Dios que buscas», me respondieron. Dije entonces a todas las cosas que están fuera de las puertas de mi carne: «Decidme algo de mi Dios, ya que vosotras no lo sois; decidme algo de él». Y exclamaron todas con grande voz: Él nos ha creado” (San Agustín, “Las Confesiones”, Libro X, VI, 9).

Estas palabras de San Agustín nos pueden ayudar a descubrir a Dios en la belleza de todo aquello que percibimos con nuestros sentidos y así podremos descubrir que Dios está cerca de nosotros. Con los ojos podemos observar la belleza del cielo, las nubes, la luna y el sol, también la firmeza de los árboles y los hermosos colores de las flores, todo esto lo ha creado Dios y es un regalo para nosotros. Con nuestros oídos podemos escuchar la melodía del canto de las aves y tantas palabras positivas y de esperanza que los demás desean para nosotros, todo esto lo ha creado Dios y es un regalo para nosotros. Desde el olfato podemos percibir y deleitarnos con aromas y fragancias que acompañan nuestro día, todo esto lo ha creado Dios y es un regalo para nosotros.

El mismo San Agustín, en el sermón 241 nos invita a interrogar a la creación explorando las capacidades de nuestros sentidos: “ Pregunta a la hermosura de la tierra, pregunta a la hermosura del mar, pregunta a la hermosura del aire dilatado y difuso, pregunta a la hermosura del cielo, pregunta al giro ordenado de los astros; pregunta al sol, que ilumina el día con fulgor; pregunta a la luna, que mitiga con su resplandor la oscuridad de la noche que sigue al día; pregunta a los animales…pregunta a todos los seres visibles. Todos te responderán: «Mira, somos bellos». Su hermosura es su confesión. ¿Quién hizo estas cosas bellas, aunque mudables, sino el inmutablemente bello? (S. Agustín, Sermón 241, 2.2)

Si todavía te preguntas ¿Dónde estás Dios?, te animo a dejarte interpelar por el grito de la creación, todas las creaturas proclaman: fuimos creadas por Dios.

Toda la creación que nos rodea es un gran regalo de Dios, que debemos descubrir y proteger para compartir esta tierra con nuestros hermanos y con las futuras generaciones. Estamos llamados a recibir con alegría todas las maravillas de Dios y a preservarlas, haciendo uso de ellas, sin explotarlas.

Deseo que todos nos encontremos con Dios a través de su hermosa creación y juntos proclamemos como lo hizo San Francisco:

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en el hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas. Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento. Alabado seas, mi Señor por la hermana Agua, la cual es muy humilde, preciosa y casta. Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.” (Fragmento del “Cantico de las Criaturas” compuesto por San Francisco de Asís)

El autor es seminarista de la diócesis de La Rioja y administrador del blog: www.vivamosjuntoslafe.blogspot.com.ar

Articulos Anteriores

Deja un comentario

No publicaremos tu direcci贸n de correo.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.