Pequeños y grandes cambios culturales

Pequeños y grandes cambios culturales

El Centro Mariápolis El Pelícano se encuentra a 18 kilómetros de Montevideo, Uruguay, en medio de una región privilegiada por la naturaleza, donde se vive con un integral cuidado por el medio ambiente.

Por Lidia Roba

Desde hace algunos años veníamos trabajando y realizando actividades que apuntaban al cuidado del medio ambiente, pero después de la Laudato Si’ todo se coaguló porque se trata de un cambio de cultura donde todos tenemos que participar, entender, asumir, convertirnos y actuar en consecuencia.

Así fue como adoptamos prácticas acordes con el cuidado del medio ambiente, como la toma de conciencia sobre el uso de las energías. Una vez asumidos los nuevos hábitos como habitantes del Centro Mariápolis, convertimos el consumo responsable de recursos y energía en una política de trabajo. Por ejemplo, con el uso del agua nos propusimos corregir de inmediato las pérdidas, ver qué agua se usa para riego, etcétera.

También optamos por manejar el parque de una manera agroecológica, sobre todo en lo que concierne al mantenimiento de la plantación de nueces pecán. A raíz de esto y con una finalidad de tender redes hacia una humanidad nueva formamos parte de algunas asociaciones, como la Asociación de los Productores de Pecán y la Red de Agroecología del Uruguay que tiene una cantidad de nudos y redes a su vez muy interesantes a nivel nacional e internacional.

En esa red nos asesoramos, compartimos conocimientos, intercambiamos semillas y especies, ayudándonos a mantener el equilibrio entre el trabajo agrícola y el cuidado del medio.

Es política del Centro Mariápolis aprovechar todos los residuos de la cocina, sobre todo de la elaboración de los alimentos. Hicimos una compostera y un lumbricultivo que genera humus. Tratamos de reciclar todo, sobre todo los restos vegetales. El compost y el humus de lombrices los utilizamos para la fertilización de los nogales, las plantas ornamentales y también de la incipiente huerta agroecológica, inicio de un proyecto con fines didácticos y de autoconsumo.

El objetivo de este último proyecto es que la gente que viene pueda aprender, ver y trabajar para después aplicar en sus casas esas prácticas que incluyen trabajar reutilizando los desechos. Recipientes, bidones, botellas de plástico, palanganas pinchadas, cartones de huevos, latas, todo lo que uno tira se puede pensar como almaciguera, germinador o lugar donde uno planta las distintas especies.

En este momento tenemos una pequeña muestra en módulos de tierra de suelo alzado para que los visitantes no se tengan que agachar para cultivar, pensado para personas adultas mayores y niños, y así tengan facilidad para la tarea. La idea es que sean técnicas mixtas de cultivo: la tradicional en tierra, otra de suelo alzado en camas de un metro cuadrado reutilizando pallets, y la otra hidropónica, vertical, para que la gente vaya viendo y sumando conocimiento.

Por otra parte, el manejo de las plagas de las plantas también lo hacemos con materiales de fabricación casera que no son agrotóxicos, de modo que todo sea amigable con la naturaleza. Además, en el complejo se abolió el uso de descartables, política asumida por los Centros Mariápolis de todo el mundo, sumado al tipo de comida artesanal, casera y, dentro de lo posible, elaborada con productos libres de conservantes y aditivos.

Artículo publicado en la edición Nº 626 de la revista Ciudad Nueva.

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