Desde 2015 la Mariápolis Lía se encamina hacia una comunidad donde la armonía de las relaciones sea una realidad, no solo entre las personas, sino también con la naturaleza y el ambiente que la rodea.
Cuando en 2014 tomábamos el avión para viajar a Alemania con la finalidad de planificar el programa del Proyecto Preset, no nos imaginábamos todo lo que vendría.
Christian Röser, un ingeniero agrónomo que había vivido en la Mariápolis en los años noventa, presentó a la Unión Europea dicho proyecto, cuya finalidad era la investigación y la capacitación a jóvenes profesionales para empoderarlos y animarlos a generar actividades y empresas que favorecieran el cuidado del medio ambiente y de los recursos naturales.
El proyecto duraría dos años (2015-2016) y estaban involucrados Argentina, Brasil, Bolivia, Croacia, Italia, Alemania y Eslovenia. Los integrantes eran cuatro jóvenes y dos adultos de cada uno de los siete países participantes. Comenzamos por Argentina, en la Mariápolis Lía. Durante 10 días, 30 jóvenes profesionales vivieron en la Ciudadela y realizaron parcialmente un diagnóstico eco ambiental. Construyeron un pequeño biodigestor, estudiaron algunas estructuras, adquirieron conocimientos sobre el compost y los cultivos orgánicos. Subrayaron la importancia de acompañar este proceso con la educación, no solo para los habitantes de la Ciudadela, sino también para los chicos y jóvenes que la visitan.
Esta experiencia despertó la conciencia de que no se trataba de un agregado a la Ciudadela, sino de una nueva perspectiva. Pero, ¿cómo hacer? Había que asumir esta nueva realidad todos juntos. Por ese motivo, en noviembre de 2015, durante dos días, asesorados por Starkmacher e.V, una consultoría alemana, los habitantes de la Mariápolis trabajamos juntos, debatiendo, compartiendo sueños, visiones, proyectos y como resultado tomamos una decisión: queríamos ser una Ciudadela ecosustentable. Esto involucraba todos los aspectos de la vida de la Mariápolis. Elaboramos una agenda hasta 2025, año que elegimos como punto de llegada. En el primer esbozo de la agenda encontramos metas que van desde una alimentación sana, pasando por la aislación térmica de las casas hasta una apertura siempre más grande de la Mariápolis a la comunidad. Fue un momento clave, de esos que tienen el sabor de algo nuevo que empezaba.
Desde el inicio nos propusimos trabajar sobre tres frentes: formar a las nuevas generaciones, hacer algo con la basura y con la energía fotovoltaica. Además, no queríamos hacerlo solos.
Nos sorprendió la rapidez y confluencia de personas, ideas y proyectos. El delegado municipal de O’Higgins nos pidió una mano con los residuos. Dos meses después vinieron de la Secretaría de Educación de Chacabuco para ver si podían traer las escuelas primarias a un lugar donde se cuida la ecología. Quince días más tarde nos contactaron de la Sociedad de Fomento de O’Higgins para un proyecto de paneles solares fotovoltaicos. Con ellos comenzamos a trabajar y fue apareciendo gente que quería sumarse. También con la Municipalidad de Chacabuco.
En este contexto, como si nos faltara algún empujoncito, el papa Francisco escribió la encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la casa común, documento de lectura indispensable. La propuesta que hace sobre una conversión ecológica, que asuma un nuevo estilo de vida, respetando la naturaleza y el medio ambiente es el marco de referencia de toda esta experiencia.
Cuando terminamos el ciclo Preset (2016), en la Mariápolis quisimos hacerlo abriéndonos a toda la comunidad, ofreciendo un espacio de intercambio, formación y visibilidad. Así surgió la Ecoferia. Este año vamos por la cuarta edición y de a poco se va transformando en un lugar donde se hace sinergia con gente de la zona que está comprometida con el medio ambiente-biogás, energía fotovoltaica, agua, residuos, cultivos orgánicos. Además, hemos logrado que vengan a disertar personas de mucho valor del campo universitario y político. Por otra parte, a la UNNOBA (Universidad Nacional del Noroeste de la provincia de Buenos Aires) le interesa contar con nosotros como posible campo experimental para las tesinas de sus alumnos de postgrado.
Christoph y Ana Lucía, dos jóvenes que participaron en el Proyecto Preset, dan su aporte concreto. Christoph, ingeniero alemán, hizo su tesis estudiando la situación energética de la Mariápolis y proyectó la colocación de paneles fotovoltaicos que próximamente serán instalados.
Ana Lucía, ingeniera ambiental, hoy vive en la Mariápolis junto a su familia. Un signo que nos indica el compromiso vital de los jóvenes en la construcción de la Ciudadela ecosustentable.
Algunos pasos en la Mariápolis
- Una pequeña planta de biogás.
- Paneles solares que calefaccionan la capilla.
- Calefones solares en algunas viviendas.
- Construcción de una casa con criterios ecológicos.
- En el corto plazo, la instalación de energía fotovoltaica.
- Diferenciación y clasificación de los residuos domiciliarios.
- Elaboración de compost.
- Se comenzó una transición hacia la agroecología.
- Talleres destinados a la concientización y formación en el cuidado del ambiente y sobre la encíclica Laudato Si’.
- Campaña “Doná 1 kw” para la instalación de la planta fotovoltaica.
- Ecoferias.
Con el pueblo de O’Higgins
- Instalación de paneles fotovoltaicos en el Jardín de Infantes.
- Talleres destinados a la concientización y formación en el cuidado del ambiente.
- Construcción de una vereda con ladrillos ecológicos.
- Presentación del proyecto para la instalación de un parque fotovoltaico en construcción.
Artículo publicado en la edición Nº 615 de la revista Ciudad Nueva.