La fraternidad no se toma vacaciones

La fraternidad no se toma vacaciones

El modo en que elijamos viajar y descansar también puede convertirse en una ocasión para crecer en el vínculo con las personas y las culturas que visitamos.

“Bienvenidos a… Ciudad Nueva”, el cartel de bienvenida lo encontramos en casi todas las ciudades, pueblos, provincias, países que visitamos; entramos en un lugar que no es el nuestro habitual y ese cartel nos indica que alguien allí nos espera y nos da la bienvenida. Este cartel que está al inicio tendría que ser el inicio del hacer turismo.

Quizás hablar de turismo, a primera vista o como primer pensamiento, nos parezca algo frívolo, superfluo, solo para algunos. Sin embargo desde la teología, la filosofía, la sociología o la psicología podríamos sustentar la importancia del descanso, del ocio, del viajar para las personas.

Participando en un Encuentro de Movilidad Humana del Celam, un panelista pidió que levantaran la mano cuántos eran migrantes. La mitad de la sala lo hizo. Cuando fue mi turno, pregunté quién nunca en su vida había hecho turismo. Una sola persona levantó su mano. Esto nos demostró y nos demuestra que es una actividad mucho más difundida y vivida de lo que imaginamos.

En el texto Peregrinans in terra, de la Sagrada Congregación para el Clero, del año 1969, se lee: “… Los auténticos valores que trae aparejado el fenómeno del turismo, bajo el punto de vista no solo moral y espiritual sino también humano, ya que, entre otras cosas, es medio de unidad de la familia humana, además de transformación y elevación social; testimonio de solidaridad del hombre con el universo; restauración de la propia persona humana”.

Como toda actividad humana presenta aspectos positivos y negativos. Quisiéramos en este número presentar algunos de los primeros, sin dejar de lado que desde el sector y desde quienes estamos vinculados con la actividad de diversas maneras, ponemos nuestro compromiso y empeño para mitigar o abolir aquello que es negativo, como la explotación humana, ambiental, climática, etc. Otro de los riesgos que puede traer el turismo, o mejor dicho el turista, especialmente por el ritmo que se lleva, es ser invasor del lugar que visita. Como diría Jean Jacques Rousseau: “Hay mucha diferencia entre viajar para ver países y para ver pueblos”. Tendríamos que aprovechar este momento para vivir una verdadera cultura del encuentro, parafraseando al papa Francisco.

El mundo del turismo constituye una realidad extensa y multiforme. Es un hecho social y económico de múltiples dimensiones. La actividad turística se ha convertido en una de las principales fuentes de ocupación laboral, tanto por el empleo directo o indirecto, como por las actividades complementarias que genera. No nos referimos solo a las formas tradicionales y más conocidas como agencias de viaje, hoteles, restaurantes, etc. En las últimas décadas han surgido múltiples proyectos que han generado fuentes de trabajo a numerosas comunidades en nuestro país y el exterior, como el Programa Pueblos Turísticos de la provincia de Buenos Aires, que ayuda al desarrollo turístico de pueblos de menos de 1000 habitantes1, o el Programa de Turismo Sustentable Noa2, cuya visión es “ser promotores de desarrollo integral para comunidades originarias o campesinas en situación de vulnerabilidad, a través de procesos comunitarios para alcanzar el desarrollo local a través del turismo como actividad complementaria a las economías locales”. Estos son solo dos ejemplos de los muchos que existen en nuestro país, o la Comunidad Quebrada Ancha de Panamá, en el lago Alajuela, donde la comunidad se organizó para buscar alternativas de subsistencia a través del turismo comunitario, apicultura y cultivo del café. En su página web encontramos: “Creemos que la amabilidad y el respeto a la persona nos hacen más humanos con ganas de compartir nuestra belleza paisajística y nuestra belleza cultural y emocional que tenemos, para hacer que nuestros visitantes se sientan partícipes de la comunidad y que no sean simples espectadores”.

Desde hace años se habla, entre otros, de turismo sustentable o turismo accesible, este último referido a que sea accesible a todas las personas, incluyendo a las que tienen algún tipo de discapacidad permanente o temporal. En ambos casos, se es cada vez más consciente de que no es un tipo de turismo más, sino que el turismo debe ser entendido bajo estos conceptos de sostenibilidad y accesibilidad. En este sentido, la Secretaría de Turismo de la Nación promueve el Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact), una iniciativa internacional que promueve implementar diez principios universalmente aceptados para promover el desarrollo sostenible en las áreas de Derechos Humanos y Empresa, Normas Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción en las actividades y la estrategia de negocio de las empresas.

Hay múltiples acciones que surgen desde el ámbito del turismo para generar una sociedad más justa y solidaria, como podremos descubrir “viajando” por las páginas de esta edición.

En diversas oportunidades se ha señalado el turismo como camino o puente hacia la paz, la solidaridad, la hospitalidad, el diálogo, el desarrollo, propulsor de lucha contra la pobreza, etc. Que estos meses de descanso, para muchos, nos ayuden a vivir algunos de los valores y realidades que este número nos ofrece para poder hacer también, en esta actividad humana, una contribución hacia la fraternidad universal, la cual no se toma vacaciones ·

Nota: La autora Secretaria de la Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes, responsable de la Pastoral de Turismo

  1. www.conocelaprovincia.com.ar/buenos_aires/pueblos/pueblos_turisticos.
  2. 2. turismosustentablenoa.org/

Artículo publicado en la edición Nº 605 de la revista Ciudad Nueva.

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