Cada 18 de diciembre las Naciones Unidas nos invita a celebrar el Día del Migrante, cabal expresión de la determinación de las personas de superar la adversidad y buscar una vida mejor.
Desde el Antiguo Testamento se narra la historia del Pueblo de Israel como una nación de migrantes, al ser desterrada. La historia se repite a lo largo de los siglos.
Basta con cerrar los ojos y abrir los oídos a las lenguas y tonadas que escuchamos en cada punto de nuestra nación: africanos, bolivianos, peruanos, chilenos o venezolanos, con su exquisito hablar, enriquecen nuestra sociedad.
Existe un vínculo entre migración y desarrollo. El desafío es impulsar el intercambio de experiencias y oportunidades de colaboración, para dar con tierra con ciertos rumores xenófobos que nos atizan de tanto en cuanto.
Mientras que muchas personas escogen migrar voluntariamente, tantas otras se ven forzadas a hacerlo. Son cerca de 68 millones de personas en el planeta, que han sido desplazadas por la fuerza.
El lema propuesto para 2018, es “Migración con dignidad”.
Miremos a los migrantes con dignidad y amabilidad. Es parte de la Regla de Oro, tratar al otro como nos gustaría ser tratados. Nada es más simple, no hay otra norma …