Brasil cierra hoy la inscripción de candidatos a la presidencia

Brasil cierra hoy la inscripción de candidatos a la presidencia

Por el momento compiten once hombres y dos mujeres. ¿El PT será representado por el ex presidente Lula? Las incógnitas de estas elecciones.

En Brasil comienza con el signo de la incertidumbre la campaña electoral que en octubre llevará a las elecciones generales. El Tribunal Electoral cierra hoy la inscripción de candidatos que intentarán captar el voto de 147 millones de electores y a partir del jueves comenzarán las actividades propias de campaña. El electorado deberá elegir al presidente y su vice, todos los diputados y gobernadores de los estados, los dos tercios de los senadores.

Sin embargo, los trece candidatos a la presidencia, once hombres y dos mujeres realizarán su campaña en circunstancias totalmente anómalas: comenzando por el hecho que el candidato que reúne más intención de voto, superior al 30%, el ex presidente Inacio Lula da Silva, sigue en cárcel condenado en apelación a 12 años por corrupción. Hoy su partido, el PT, deberá decidir si pondrá o no su nombre en la inscripción de su fórmula. En ese caso, el Tribunal Electoral lo debería vetar puesto que la ley no prevé un candidato con condena en segunda instancia. Eso haría perder al PT la chance de ser representado en estas elecciones. La batalla judicial de Lula no ha terminado: asegura que no hay pruebas contundentes contra él y por ello no ha terminado los recursos judiciales a su alcance. Pero la Justicia brasileña no se ha expedido al respecto.

Tras Lula, siguen candidatos menores, que pueden sin embargo despertar el interés o el voto de protesta de millones de ciudadanos. Jair Bolsonaro, un candidato de la derecha conservadora y nostálgica de la dictadura recoge el 17% de las intenciones de voto. Es partidario de la tortura y de los peor de la política de Brasil enmantado de rechazo a la corrupción que ha destrozado el escenario de los partidos. No dispone de un aparato partidario sólido y confía sobre todo en las redes sociales, a las que no tienen acceso los votantes de los sectores más postergados del país.

Un 10% del electorado manifiesta su interés por Marina Silva, dos veces candidata a la presidencia, ex ministra de Medio ambiente de Lula, ex senadora y cofundadora con el ex mandatario del PT, del que se ha separado precisamente por diferencias en el manejo de la corrupción. La ambientalista concurre esta vez con un partido propio, Rede, cuya existencia en 2014 fue impedida precisamente por el oficialismo representado por Dilma Rousseff y Lula, que le cercenaron arbitrariamente las firmas necesarias para constituirse como agrupación nacional. Su discurso sigue siendo el de la sustentabilidad económica y también política, social, cultural además que ambiental. Representa la capacidad moral de los brasileños que intentan conducir honradamente su vida. Por ello, es vista con temor por el establishment que teme su rechazo a las componendas espurias.

El panorama electoral se completa con el mapa económico y social del país, sacudido por una crisis económica que no conoce fin, un gobierno, el de Michel Temer, integrado por lo más corrupto de la política, impopular (apenas lo respalda un 5%) y que se salva de la cárcel solo gracias a sus fueros especiales, conservados vendiendo (literalmente) todo lo vendible. Los desafíos son múltiples. Entre ellos, la de una violencia récord: 63.000 asesinados el año pasado y una población carcelaria de 725.000 personas. Que esté terminando una época no caben dudas, pero qué está por comenzar pocos lo saben en Brasil. Y es la mayor de las incógnitas.

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