Se vuelve a hablar de María incluso como modelo para virtudes públicas. Las reflexiones de un sociólogo.
Se ha hablado recientemente de diversas opciones cristianas. Pablo Sánchez Garrido habló de una opción paulina dentro del ámbito de una nueva evangelización (Escribir en las almas, Eunsa, 2014, p. 816 y ss.). Así, la opción o el modelo paulino se centraría en ir a los areópagos actuales, siendo “sal de la tierra”, “luz del mundo”, y “fermento en la masa”. Una opción llamada a llevar la fe de nuevo a la vida pública. El autor la entiende como complemento de otra opción, la opción benedictina de Rod Dreher (La Opción Benedictina. Una estrategia para los cristianos en una sociedad postcristiana, Encuentro, 2018). Una sería la vanguardia y otra la retaguardia de un nuevo testimoniar la fe en el mundo actual.
De La opción benedictina podemos decir que está de moda y que solo un gringo podía haber escrito el libro que la presenta. Hay ahí nostalgia de los Pilgrim Fathers y de las caravanas del Oeste en un mundo en el que ya no hay tierras de promisión ni lugares de escape. La opción benedictina es la ilusión del reencantamiento en un mundo desencantado: una promesa que se describe factible con experiencias de vida descritas y con una elaboración teórica más o menos justificada (MacIntyre). Es también la denuncia de un mundo pagano incompatible con la vida sana y digna que cabe esperar que anide en el corazón del creyente.
Dreher trata el asunto muy bien y construye una propuesta y un análisis que no es de extrañar que haya constituido un éxito editorial en el mundo anglosajón entre pensantes comprometidos. Si la cultura pagana postmoderna da asco, vayámonos de ella y construyamos un entorno aparte donde poder vivir en paz y sosiego permitiendo a nuestros hijos un futuro esperanzador y digno. Pero se trata de irse de verdad, de construir nuevos asentamientos y empezar de cero una nueva vida en común sin las contaminaciones pestilentes de un paganismo perverso e inhumano.
Habrá que hacer notar, sin embargo, que la opción benedictina no es la única opción “ortodoxa” (Dreher milita ahora en esa iglesia oriental) para el tiempo presente. En el siglo XXI uno puede, y quizá ello no podía hacerse en tiempos de San Benito, irse sin moverse. Quizá esta propuesta merecería también un análisis y desarrollo pormenorizados. Es lo que nosotros hemos intentado hacer con lo que llamamos opción mariana.
Las fuentes de nuestra opción pueden encontrarse en Sociología Mariana y en Más allá del capitalismo (editados por José Pérez Adán en Eunsa, 2019). El contraste principal de la opción mariana con la benedictina es que la primera, como la paulina, se refiere al ámbito público yendo más allá de lo privado con vocación de totalidad. Por otro lado el principal contraste con la paulina es el rechazo de plano del paganismo mundano y la aspiración a sustituir las categorías culturales vigentes en el mundo y en la Iglesia.
Si tuviésemos que visionar de modo esquemático las tres opciones mencionadas sobre la configuración de las relaciones entre la comunidad cristiana y el paganismo contemporáneo, lo haríamos del siguiente modo considerando estas 15 variables, que constituyen al mismo tiempo un resumen de lo aportado en los textos y un elenco programático susceptible de elaboración pormenorizada:
Opción benedictina | Opción paulina | Opción mariana |
recluirse | reinstaurar | reinventarse |
aldea y claustro | areópago y polis | corazón y domus |
separación | ciudadanía | relación |
comunidad cerrada | civilización | comunidad abierta |
circular | Vertical | horizontal |
familiar | masculino | femenino |
pasado | presente | futuro |
irse (nuevo espacio) | quedarse | irse sin moverse |
pasado idealizado | presente perfectible | futuro desconocido |
religioso | sacerdotal | laical |
asistémico | sistémico | postsistémico |
negación | afirmación | negación |
apolítico | político | antipolítico |
ruptura mundana | reforma mundana | ruptura mundana |
continuidad eclesial | continuidad eclesial | reforma eclesial |
Pero quizá donde a vuela pluma más se puedan captar las peculiaridades de cada opción sea en el discurso de las virtudes que proponen resaltar y su jerarquización particular. La opción mariana propone ensalzar como virtudes públicas la humildad, la pureza, y el servicio desinteresado a los demás. Y ello hasta sus últimas consecuencias con lo que, a nuestro juicio, supone transformar de abajo arriba el espacio público rechazando el poder y sus abusos. La dirección a tomar para esta opción es la del redescubrimiento del espíritu evangélico tal y cómo nos lo presenta esa mujer laica virgen y madre que es María.
La idea que subyace en la opción mariana es que si Cristo revela el hombre al hombre mismo, María nos muestra la sociedad. Así, hay un modo mariano de entender las relaciones humanas y en este sentido se puede decir que hay y puede hacerse una economía mariana, un derecho mariano, una sociología mariana, y, también, una política mariana.
Se trata de decirle a este mundo secular que lo mejor que podemos hacer es redescubrir a María imbuyendo sus virtudes en la vida pública. Se trata de practicar la humildad en vez de proponer el liderazgo; asumir el respeto al cuerpo que es autodominio en vez de ensalzar los dudosos logros de la llamada revolución sexual; y defender el espíritu de servicio en lugar de seguir acríticamente el discurso dominante de la competitividad. Y ello no ya cada uno como individuos sino como grupos y colectivos de gente. Sí, la humildad, por ejemplo, también ha sido hecha, aunque nos cueste creerlo, para que la vivan las naciones, las empresas, los millennials o los equipos de fútbol.
El debate sobre qué dirección tomar para entrar con buen pie en lo que sea que viene después de la modernidad está vivo. Particularmente ello es así cuando nos referimos a ciertos temas de relevancia pública como son los llamados nuevos derechos o la educación. ¿Cómo será la educación del futuro? ¿Ampliaremos los derechos humanos en cantidad y calidad? Ante estos retos que plantea el paso de una época a otra la perspectiva mariana que presenta esta opción resulta iluminadora. Podemos estar hablando de una sustitución, de un cambio radical, en la configuración cultural del mundo porvenir. María, como dijo en portada un número reciente del National Geographic, es la mujer más poderosa del mundo y el propósito es hacer una valoración de lo que nos dice la propuesta de vida en común que refleja la figura de María y que ello sirva para mejorar nuestra existencia terrena como individuos y como sociedad.
Habrá que abordar en profundidad y con claridad y precisión temas como el género, la secularización y el religamiento, la mujer en la Iglesia, recomponer el discurso del progreso humano, o la distinción entre lo sagrado y lo profano. Y hacerlo con un lenguaje asequible al gran público: el de la incorporación de la opción mariana a la propia vida. Hay un halo de novedad en todo esto que agrada al tiempo que sorprende pues está en la entraña del evangelio. Por eso, entre otras razones, creemos que de lo que estamos hablando es de un cambio que en sus efectos será revolucionario y cuyas propuestas interesarán sobremanera a creyentes (encantados y desencantados), políticos, educadores y, en general, a buscadores que aspiran a mejorar las cosas confiando en los recursos que las buenas ideas y los buenos razonamientos brindan al ser humano.
* El autor es sociólogo y docente de la Universidad de Valencia.
Rod Dreher da ejemplos muy concretos de opciones benedictinas pero este artículo no da ningún ejemplo concreto de “opciones marianas”. Es una elucubración en las nubes, no en la realidad de nuestras familias.
Por ejemplo, ¿una familia “mariana” puede dejar que su hija de 12 años escuche la radio musical pop generalista? Esa en la que están todo el día (y no pasadas las diez de la noche) anunciando juguetes sexuales y vibradores por San Valentín. Sí, técnicamente los juguetes sexuales no son pecado (dentro del matrimonio) pero someter los niños a una publicidad hipererotizada, ¿no lo es? ¿O la familia mariana prohíbe la radio?
Y una familia mariana ¿puede ver Supergirl en TV? En la primera temporada, apenas un casto besito. En la segunda, propaganda lésbica, en la tercera, transgénero.
Y pongo preguntas sexuales porque el artículo insiste en hablar de la pureza… bastante cuesta la pureza del adulto, maduro, experimentado, como para someter nuestros niños al poder del mercado de la dopamina, que además vive en tu móvil, en el bolsillo.
Si vas a prohibir la radio, la TV y teleseries, el móvil, o someterlos a un control superestricto, propio de un profesional… necesitas otra sociedad, otra comunidad, amigos y vecinos en la misma onda. Y esa es la opción benedictina. [Porque no basta con prohibir: has de ofrecer una cultura alternativa, libros, pelis, juegos, aficiones…]
Y si no prohíbes o superlimitas todo eso, tus niños bombardeados de porno -incluso por sus profesores y amiguitos- no van a tener nada de pureza, así que ¡nada de opción mariana! Si creas “entornos seguros” estás haciendo opción benedictina.