Reino Unido y Estados Unidos dejan de ayudar a grupos que de moderados no tienen nada, como ha demostrado la BBC. Comienza la batalla por Idlib.
Durante años los países occidentales han insistido en que en Siria hubo una revolución contra un dictador asesino y que, por tanto, eso legitimaba apoyar a los rebeldes. Éstos provenían de desertores del ejército nacional que se rebelaron al presidente Assad, de ciudadanos sirios opositores del régimen y de milicianos de otros países. La realidad, siempre ha sido muy diferente: los desertores del así llamado Ejército sirio libre, nunca han dejado de ser un pequeño núcleo que poco ha influido en el conflicto, la gran parte de los “rebeldes” eran en realidad terroristas de Al Nusra, autodeclarada sucursal siria de Al Qaeda, en su momento aliada y luego rival del Isis, otro grupo consistente de yuhadistas, y una gran cantidad de milicianos que han constituido cambiantes núcleos armados, a veces integrados por miembros del mismo país. La ayuda de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, y de los aliados del Golfo Pérsico (sauditas y qataríes en especial), más Turquía, han terminado en manos de Al Qaeda e incluso del Isis. Esas financiaciones por cientos de millones de dólares, han tenido cero resultados.
A medida que el ejército de Siria, con la ayuda de sus aliados rusos, libaneses de Hezboláh y milicias iraníes, ha ido liberando zonas de territorio, y también por acuerdo políticos tomados en Astana, los yihadistas se fueron concentrando en la región de Idlib. Y es allí que está por comenzar la, acaso, última batalla para liberar el país de la guerra. La conciencia de que esta guerra ha terminado en un fracaso, está ahora motivando a los gobiernos occidentales a reconocer su apoyo “involuntario” a terroristas y a retirarlo. Una investigación de la BBC británica, ha demostrado que la financiación del Reino Unido para un cuerpo policial independiente, terminó en manos de terroristas. El presidente de los Estados Unidos, por la misma razón, ha cancelado las financiaciones establecidas por su predecesor Barack Obama. Sus acuerdos con el presidente ruso Vladimir Putin han determinado que los norteamericanos se retirarán de Siria. Ahora es claro para todos que los “rebeldes” eran terroristas yihadistas.
La región de Idlib está rodeada. Cerca está la base militar rusa de Latakia. El ejército de Damasco y las fuerzas especiales se han posicionado y también lo han hecho los milicianos curdos sirios, que han llegado a la zona masivamente. Moscú ha lanzado un ultimátum, abriendo corredores humanitarios para los civiles que quieran dejar la zona ante la inminencia de la batalla. Irse no es fácil, y tampoco lo es rendirse. Los que lo intentaron han sido arrestados o, peor, eliminados por los líderes yihadistas.
La ofensiva se llevará a cabo, pues Siria no puede convivir con este bolsón de grupos armados y sanguinarios, una suerte de estado en el estado. Pero la pregunta más importante no es en cuanto al resultado de esta batalla, que lamentablemente añadirá nuevas víctimas, militares y civiles. Sino cuál será el nuevo escenario una vez terminado el conflicto. Los Estados Unidos se van. Dejan actuar a los sauditas. ¿Cuál será su planteo? ¿Qué ocurrirá con Siria?
