Se está ensamblando la nave espacial Orion, que nace de una colaboración entre la NASA y la agencia espacial europea.
Volveremos a enviar misiones tripuladas al espacio alejado del planeta. Lo harán la agencia espacial de Estados Unidos (NASA) en colaboración con la europea ESA a través de la nave Orion que podrá tener su viaje inaugural en dos años y en otros tantos más podrá viajar con una tripulación. La colaboración de las dos agencias es novedosa dado el histórico recelo estadunidense en colaborar en este tipo de iniciativas.
El módulo de servicio de la Orion, que ya llegó a los Estados Unidos, se ocupa de suministrar aire, electricidad y propulsión a la nave, entre otras funciones vitales, y es uno de los dos componentes principales. El otro es la cabina de la tripulación —el único elemento reutilizable—, un cono truncado con volumen de 20 metros cúbicos y capacidad para seis astronautas, realizada por la empresa norteamericana Lockheed Martin y la NASA. El ensamblaje de los dos componentes supone el nacimiento de la Orion.
La nueva nave espacial es el corazón de ese plan espacial sustentable que contempla viajar hasta la órbita de la Luna, desde donde controlar robots que exploren la superficie del satélite.
Para abandonar la superficie de la Tierra, Orion contará con un poderoso cohete que lleva el nombre de Sistema de Lanzamiento Espacial. Tiene 100 metros de alto y puede llevar entre 70 y 130 toneladas de carga. En este sentido, supera tanto la capacidad de los transbordadores como los cohetes del programa Apollo.
La primera misión del cohete será en verano de 2020 y será una misión no tripulada, cuyo objetivo será llegar al lado oscuro de la Luna. A su regreso, la cabina será recuperada, mientras que se perderá el módulo de servicio. La misión tripulada, en cambio está prevista para 2022. La que se aplica, es una tecnología que debería permitir explorar el planeta Marte.