No parece haber conseguido los efectos esperados el llamado del Papa Bergoglio al diálogo entre las partes.
Por lo visto, el diálogo entre los protagonistas de la crisis política e institucional en Venezuela es una manifestación de deseo y una esperanza más fuera del país que internamente. La actual polarización impide buscar una herramienta que permita salir del impasse en el que ha caído el país, cada sector se ha abroquelado en su convicción de representar el bien y que el otro representa el mal.
Lo ha manifestado con claridad el opositor Henrique Capriles cuando ha afirmado que el Papa Bergoglio al encontrarse con el presidente Nicolás Maduro ha recibido al mismo diablo. Lo había adelantado el oficialista Diosdato Cabello que semanas atrás había excluido la posibilidad de dialogar con la oposición.
En el medio, las posturas ideologizadas incluso de los representantes de los máximos poderes del Estado impiden ver y respetar principios elementales de la Constitución y del sistema republicano. Con tal de frenar el referéndum revocatorio del mandato de Maduro, promovido por la oposición, las autoridades electorales exigieron el requisito de recoger el 20% de las firmas del padrón electoral en cada uno de los estados del país, cuando la circunscripción electoral del presidente es nacional. Ayer la Asamblea legislativa promovió un juicio político contra Maduro para intentar destituirlo. La constitución no prevé un proceso de este tipo reservado al poder Judicial y en caso de violar normas penales. Lo advirtió el mismo presidente del Legislativo y líder opositor, Henry Ramos Allup. Para el 1 de noviembre, los parlamentarios opositores, que son mayoría pretenden convocar a Maduro en el recinto legislativo para que se someta a la Constitución y al parlamento. El presidente, como jefe del poder Ejecutivo debe someterse a la carta magna, pero es dudoso que deba hacerlo con otro poder del Estado. La pretensión no parece ser muy iluminada por el conocimiento del derecho.
En el medio, Maduro convocó para hoy el Consejo de Defensa de la Nación que reúne a todos los poderes del Estado: el Ejecutivo, el Judicial, el Legislativo y, según la constitución venezolana, el Electoral y el poder Moral. Anuncia que allí quiere abordar el enfrentamiento entre los estamentos del Estado y lo que denomina como intento de “golpe parlamentario”.
No es de extrañar entonces que el anuncio del representante del Papa que el 30 de este mes las partes se reunirían en Isla Margarita para iniciar un nuevo intento de diálogo no haya encontrado muchas adhesiones entre los propios opositores. Varios de ellos, líderes de la MUD, la coalición que reúne a la mayor parte, lo han desechado convencidos de que es una treta de Maduro para ganar tiempo. Se convoca para una nueva marcha masiva convocada sobre la ola de rechazos contra el Gobierno provocada por el agudizarse de una crisis económica que incluso tiene aspectos de crisis humanitaria.
En este contexto, se desdibuja la iniciativa vaticana, y del propio Bergoglio, destinada a ayudar a entrever, aunque sea, la luz al final de este túnel. Se desdibuja también el acompañamiento de la UNASUR y de los tres ex presidentes que intentan convocar a un diálogo político del que las partes, cada una obcecada por su “verdad”, no logra ver la imperiosa necesidad.