Valientes disidentes

Valientes disidentes

Aquellos que cuestionan los dogmas en algún momento fueron tildados de herejes. Primero dentro del ámbito de las creencias, para luego extenderse a la política, literatura, moda, tecnología y el cine. Cuanto más se alude a la diversidad, se deja menos espacio para el disenso, para las “voces herejes”. 

La cultura de la cancelación es una forma de censura del siglo XXI, nacida bajo la forma de una corriente de pensamiento “supuestamente” correcto, y expandida desde el artilugio de las redes sociales, que lejos de expresar voces, difunden ideas que van en un mismo sentido.

Esta cuestión impulsó al escritor ibérico Antonio Pau a su ensayo intitulado “Herejes”, donde relata la trayectoria de veintidós personas que supieron cuestionar las verdades inmutables, y los pensamientos únicos. Tal el caso de Janet Horn, acusada de bruja; la mística María Jesús de Agreda, abadesa y autora de La mística ciudad de Dios, libro que fuera prohibido en su momento; o Toledo Isabel de la Cruz, condenada por hablar y adoctrinar, pese a su carácter de “mujer iletrada”.

Afirma Pau: “En una época como la nuestra, en que hay temor de expresar lo que se salga del pensamiento único y en que la conducta se procura mantener en el cauce de lo políticamente correcto, los herejes son un auténtico modelo de comportamiento social”.

El autor tira esta “bomba”, pero lo hace desde su óptica de creyente y de persona comprometida por respetar el pensamiento ajeno. 

En tiempos de tuiteos, o instagrameos, lecturas difusas restringidas a los títulos, y una soberbia pereza mental, donde lo individual se esfuma en el comportamiento de la manada, el escritor galardonado con el Premio de Ensayo y Humanidades Ortega y Gasset, hubo de interesarse en “estos herejes” por el valor de decir lo que pensaban, no traicionarse a sí mismos, y morir por sus ideas …

Los testimonios que recopila Pau a la largo de su ensayo son ideales para recuperar el rumbo de este efímero siglo XXI, escaso de voces que se alcen para argumentar, en lugar de repetir consignas de terceros. Herejes que no agreden, ni insultan: respetan normas de convivencia, escuchan y debaten. Seres que salieron del zona de confort de su época, y que no formaron parte de manada alguna. 

El buen Pascal afirmaba que los herejes lograron que algunas personas dejaran de creer por “inercia”, comprendieran mejor el objeto de su fe, y el de la vida misma. Quizá eso explique la afirmación de Saulo de Tarso: “Conviene que haya herejes”. Damos fe.

Fuente: https://tinyurl.com/220217Oportunorescate

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