El Gobierno ha promovido la participación de los ciudadanos para la financiación de parques eólicos que han elevado la producción de esta fuente renovable.
Uruguay avanza rápidamente en la producción de energía eólica, liderando el desarrollo de este tipo de producción en América latina. Se estima que, en poco tiempo, con la aplicación del plan de Política Energética Uruguay 2030, el país sudamericano podrá transformarse entre los mayores productores mundiales de eólica, en términos relativos.
El resultado será posible gracias al desarrollo de energías renovables que en los último diez años ha sido promovido por el Estado captado formas de ahorro popular, incluso con pequeños aportes, que ha facilitado la inversión en de parques eólicos que han permitido al país salir de la dependencia energética para comenzar a exportarla.
Actualmente el 63% de la energía del país es hidroeléctrica, el 25% es eólico, el 7% es bimasa y el 1% es fotovoltaíco, apenas un 4% depende de combustibles fósiles.
Sabido es que el pequeño país sudamericano no dispone de recursos como el petróleo o el gas y hasta 2008 dependía de la importación de energía de Brasil y la Argentina, con tarifas eléctricas entre las más caras de la región.
La apuesta por fuentes renovables fue planificada desde el Estado que, a través de la empresa pública UTE, gestiona el sistema eléctrico nacional y regula las concesiones públicas y privadas del mismo.
En 2015, el Gobierno instituyó un fideicomiso que incentivó a los pequeños ahorristas a apostar por la energía eólica participando con acciones preferenciales de la financiación de los parques eólico en construcción. Pudieron participar también los pequeños ahorristas con aportes desde los 100 dólares, beneficiados con rendimiento de 10% anual.
El director de UTE, Gonzalo Casaravilla, explicaba este mecanismo en noviembre de 2015, cuando se abrió el primer fideicomiso para un parque en la localidad de Tacuarembó, en el centro norte del país: “En el área de financiamiento se buscó un instrumento nuevo, no porque UTE tenga problemas de conseguir socios, en realidad hay una cola de gente dispuesta a hacerse socia de la empresa en sus emprendimientos; el tema es que se buscó desde el principio tener un nuevo instrumento de ahorro nacional”.
Otra política adicional que impulsó el crecimiento de las energías alternativas fue la salida laboral que se generaba. La política de desarrollo de energías alternativas obliga a los inversores internacionales a instalar sus centros de operaciones en Uruguay y a partir del primer año de funcionamiento, todos los centros de distribución están obligados a tener un plantel conformado en un 80 por ciento por uruguayos.
Actualmente Uruguay comenzó a exportar energía a Brasil y está muy cerca de su autoabastecimiento. Además, uno de los temas que se debate en las últimas semanas es la posibilidad de que las tarifas eléctricas bajen entre un 12 y un 15 por ciento en el próximo invierno, una medida que el Ejecutivo está estudiando.
A futuro, mientras se planifica desafectar las centrales térmicas tradicionales, que son contaminantes, se apuesta a complementar la energía eólica con la fotovoltaica. El presidente de UTE Casaravilla explica: “Planeamos potenciar el uso de generación fotovoltaica. En particular, se buscará desarrollar de forma armónica la microgeneración fotovoltaica asociada al almacenamiento de energía bajo forma térmica (acumulación de agua caliente sanitaria), química (baterías), bombeo de agua (represas) u otras tecnologías que emerjan en el futuro”.
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