Cada 7 de junio se conmemora el Día del Periodista, en conmemoración a la creación de la “Gazeta de Buenos Ayres” por parte de Mariano Moreno en 1810.
Eran tiempos de revolución, el proceso independentista se había puesto en marcha pocos días antes y la necesidad de contar con un medio que sirviese para comunicar las noticias de esos momentos clave en la construcción de la Nación estaba a flor de piel.
Por eso hoy, cuando estamos llegando al final del sexenio del Bicentenario de la Independencia, volver la mirada atrás ayuda reivindicar los valores fundantes de la Argentina que de alguna manera se comenzaban a propagar a través de la Gazeta.
Más de 200 años después, vale destacar el mensaje del Papa Francisco en ocasión de la 50º Jornada de las Comunicaciones Sociales, quien afirma que “la comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad. Es hermoso ver personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía”.
El presidente de la Comisión de Comunicación Social del Episcopado, monseñor Santiago Olivera, en su homilía del pasado 3 de junio, durante la misa a la que fueron invitados periodistas y trabajadores de la comunicación, recordó algunas de las palabras de San Juan Pablo II a los representantes de la Unión Católica Internacional de Prensa en diciembre de 2002:
Ser periodista:
“Significa tener el valor para buscar e informar sobre la verdad, incluso cuando la verdad es incómoda o no es considerada como ‘políticamente correcta’”.
“Significa informar no sólo de los crímenes y tragedias que tienen lugar, sino también de las acciones positivas y ennoblecedoras realizadas a favor de los necesitados: los pobres, los enfermos, los discapacitados, los débiles, aquellos que de otro modo son olvidados por la sociedad”.
“Significa ser ejemplos de esperanza y heroísmo a un mundo que siente necesidad desesperada de ambos”.
La celebración de este día, que tuvo su origen en 1810 pero que fue instituido en 1938 por el Primer Congreso Nacional de Periodistas en Córdoba, vuelve a ser una ocasión para renovar el compromiso de vivir una profesión que sirva para tender cada vez más puentes en una sociedad muchas veces fragmentada.